BLACK MOUNTAIN

Los canadienses BLACK MOUNTAIN son una de las mejores bandas del momento. Con sólo tres álbumes publicados ya han demostrado una creatividad fuera de toda duda, explorando sonidos y estructuras más típicos de los 70 que de cualquier otra época.

La banda nació al abrigo de un cierto renacimiento del rollo psicodélico en torno al año 2000 en la cosa oeste canadiense. Con el tiempo acabaron en el sello discográfico Jagjaguwar, que agrupa a varios artistas de este, digamos, movimiento, y a artistas afines. Si bien su primer álbum resultaba un poco soso, en “In the future”, de 2008, sorprendieron con una explosión de sonidos y ambientes al más puro estilo PINK FLOYD, con temas largos y envolventes.

Este su tercer álbum vuelve un poco al concepto del primero, donde los temas vuelven a ser en torno a los cuatro o cinco minutos, pero donde no se pierde en absoluto el encanto de combinar las voces de STEPHEN MCBEAN y de AMBER WEBBER con ese sonido entre PINK FLOYD y KING CRIMSON.

STEPHEN MCBEAN es además un guitarrista que no fiscaliza en absoluto el protagonismo de sus compañeros en la banda, que luce más por su sonido de bloque que por las características individuales de sus miembros. MATT CAMIRAND en el bajo, JEREMY SCHMIDT en los teclados y JOSH WELLS en la batería y teclados esporádicos están más que correctos en sus respectivos papeles.

El principio del disco es un tanto anodino, con “The hair song”, pero enseguida deslumbran con el brillante segundo tema, “Old fangs”. “Radiant hearts” y “Buried by the blues” no matan, pero “Roller coaster”, “Let spirits ride”, “The way to Gone” y “The space of your mind” son muy buenas, y la que da título al album, “Wilderness heart”, es excelente. Cierra el disco “Sadie”, que como mínimo mantiene el nivel alto.

En resumen, un disco no tan bueno como el anterior, que lo era mucho, mucho; aunque el estilo ha de entrarnos poco a poco, BLACK MOUNTAIN es una banda diferente. Queremos más.