BLACKMORE´S NIGHT

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Autumn Sky

Octava entrega en estudio del proyecto liderado por RITCHIE BLACKMORE (ex DEEP PURPLE, ex RAINBOW), a las guitarras y percusiones esporádicas, i CANDICE NIGHT (ex colaboradora de RAINBOW), en alguna flautilla y a las voces, ¡y qué voces!

Les acompañan los ya habituales de la banda BARD DAVID OF LARCHMONT (teclados), GIPSY ROSE (violín y voces), EARL GREY OF CHIMAY (bajo y guitarras), SQUIRE MALCOLM OF LUMLEY (batería y percusión) y ALBERT DANNEMAN (vientos), todos ellos nombres muy propios de una banda que explora un estilo tan arcaico como el renacentista.

Una vez más nos encontramos ante una colección de cancioncillas en plan trovador, con ese sonidito en plan medieval-renacentista que es característica de la banda desde su primer trabajo. Aunque siga chirriando el hecho de que una figura de la talla de Ritchie Blackmore dedique sus esfuerzos a algo tan lejano del hard rock que lo encumbró, no deja de ser un estilo simpático y desde luego, diferente.

El disco, aunque quizás mejor que los dos o tres precedentes, peca un poco de lo mismo que ellos, que es el giro un tanto poppi que ha sufrido la banda en sí: algunos temas suenan muy cargados de teclados (“Highland”, “Journeyman”, que por cierto tiene un excelente solo de guitarra, “Celluloid heroes” –versión de los KINKS- o “All the fun of the fayre”, por poner unos ejemplos), y la batería no ayuda. Sin embargo, parece que se alejan de la banda de versiones de RAINBOW en la que parecía que se iban a convertir, y los temas en que tienen más peso las percusiones clásicas, el violín o los vientos de madera de Albert Danneman son brillantes por momentos, como es el caso de “Vagabond (make a princess of me)”, “Believe in me”, “Keeper of the flame” o “Strawberry girl”, por ejemplo).

Muy destacables la excelente “Night at Eggersberg” y las emparejadas “Sake of the song” y “Song and dance (part II)”, que aunque están compuestas por Blackmore pasarían por ser temas tradicionales. También es espectacular la pareja formada por “Darkness” y “Dance of the Darkness”, versiones de un tema tradicional, adornado bellamente por un buen solo de guitarra, amén de la siempre deliciosa voz de Candice Night.

Cierran el álbum dos buenas versiones más de temas tradicionales, “Health to the company” y “Barbara Allen”.

Aunque se puede argumentar que esto es más de lo mismo y que no está a la altura de, por ejemplo, los dos primeros álbumes de la banda, sí se puede afirmar que este es un esfuerzo por mantener alto el listón. Un buen disco, alejado a buen seguro de lo que escuchamos habitualmente.


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