LOS LABIOS

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Sacudiendo el rock and roll

Seguramente ya habréis oído hablar de Los Labios, una banda formada por cuatro músicos sevillanos y un cantante inglés que llevan ya unos cuantos años buscando su hueco en el mundo del rock, sin complejos ni prejuicios a la hora de darse a conocer allá donde quieran verles y escucharles. De hecho, gozan ya de bastante prestigio más allá de nuestras fronteras, hasta el punto que (como probablemente también sabréis) su primer álbum lo han grabado en el estudio de Lenny Kravitz a las órdenes de su lugarteniente, Craig Ross, después de haber impresionado a ambos con su directo.
los_labios_charlie_cepedaEl disco suena estupendamente, con una frescura y una energía como debe ser el debut de una banda de rock con proyección internacional. Pero palidece si lo comparamos con sus conciertos, porque está claro que Los Labios son un grupo de directo. La intachable tarjeta de presentación que supone ese «Birthday» (Industrias Bala / Gran Sol, 2017) ve multiplicado su potencial sobre un escenario, donde los músicos tienen toda la libertad para engrandecer y desarrollar esos temas propios, y para hacer suyos temas clásicos de sus referentes, desde Muddy Waters a The Cramps, pasando por todo lo que hay en medio.

Su cantante, Sammy Taylor, cuya conexión con Sevilla (como también habréis oído) le viene de ser hijo del sin par rockero Silvio, es un compendio de las rock stars clásicas, con un innegable parecido a Jagger en el físico, en las poses y hasta en la voz, pero también deudor de Iggy, de Lou Reed, de Rod Stewart y de otras tantas bestias del escenario, incluido Michael Jackson. Hiperactivo e histriónico en escena, con un indudable carisma que le hace conectar inmediatamente con la audiencia. Y junto a él, para terminar de prender fuego a la escena, la incontenible guitarra de Charlie Cepeda, todo un espectáculo para los ojos y los oídos, con un alucinante despliegue de oficio y virtuosismo. Mucho Charlie. Completan la formación Nacho Sarria en la guitarra rítmica, Ricky Candela al bajo y Fernando Reina en la batería, todos más que solventes en sus respectivos papeles, aportando fuerza y color cada uno a su manera para contribuir a la solidez y la brillantez del conjunto.

Arrancaron con los temas que abren su primer álbum y fueron intercalando incendiarias lecturas de «I just wanna make love to you» o «Communication Breakdown«, mostrando sin tapujos sus evidentes influencias de los Zeppelin y los Stones. Ni siquiera necesitan tocar todas las canciones de su único disco para construir un repertorio monumental que te sacude durante más de hora y media, a base de extender y vitaminar los temas propios y el puñado de versiones elegidos en cada ocasión. Buena muestra de ello fue ese arrollador final que nos dejaron como propina, donde el mítico «Baby Please don’t Go» sirvió de excusa para quemar las naves con solos, improvisaciones y hasta un pequeño homenje a Malcolm Young con una estrofa intercalada de «Let there be Rock«. Rock and roll en estado puro hasta la extenuación.

Tienen actitud, tienen fachada y, lo más importante, tienen mucha solera y una buena base detrás. Todo el excelente espectáculo visual que ofrecen no sería nada sin un respaldo musical a la altura, pero es que lo que se oye es mucho mejor que lo que se ve. No sólo lo parecen, sino que lo son: una gran banda de rock, que beben de las mejores fuentes y a partir de esas aguas crean un caudal propio y personal que bajo los focos se desborda y te acaba ahogando de puro gusto. Si os gusta el rock no dejéis de escucharles, pero sobre todo no dejéis pasar la ocasión de verles en vivo, al natural y en su elemento. Podéis estar seguros de que no os decepcionarán.

 

 

Podéis ver las fotografías del concierto en el siguiente vídeo de nuestro canal Youtube:

 

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