Sonido Malasaña: SEX MUSEUM

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Genuinos representantes de un sonido y de un barrio

Desde el Conde Duque han querido hacer un merecido homenaje a las músicas y los músicos del barrio con conciertos y actividades paralelas donde se reúnen público y artistas de la vieja guardia y de las nuevas generacionesSonido Malasaña, «un homenaje con el barrio en la sangre a Malasaña y al rock«, como reza la presentación del ciclo.

Y en un ciclo de conciertos dedicado a Malasaña y al rock no podían faltar, desde luego, Sex Museum. Pocas bandas encarnan como ellos esas dos constantes vitales: son más de treinta años los que llevan repartiendo decibelios por el mundo, pero sin perder nunca de vista sus raíces ni su barrio. Son unos referentes por méritos propios desde hace mucho tiempo para la gente del barrio y para la gente del rock, y su presencia en un evento así era inexcusable. Además, están a punto de publicar un nuevo álbum, del que nos adelantaron ya unos cuantos temas, sonando perfectamente integrados en el resto del repertorio, en su onda y su nivel.

Llama la atención que el auditorio de Conde Duque haya sido modificado, eliminando las primeras filas de asientos para que puedas elegir entre verlo más de cerca de pie o desde más lejos y más alto cómodamente sentado. En este caso, parecía claro que la opción preferente iba a ser la primera, aunque también optaron por la segunda bastantes asistentes. El horario también resultaba un poco atípico para lo que estamos acostumbrados, aunque probablemente sea más razonable un concierto a las 8 de la tarde que a las 11 de la noche – especialmente entre semana.

Hasta se puede hacer un poco extraño ver a Sex Museum en un escenario con unas dimensiones y una estructura semejante, acostumbrados a tenerlos casi siempre en los ambientes más comprimidos de las salas, pero sirva para constatar que, a estas alturas, a esta banda ningún escenario les queda grande y son capaces de dar rienda suelta a toda su energía donde surja la oportunidad. ¿Que no molaría verlos atronando el Teatro Real, por ejemplo? ¿Por qué no? Yo lo veo. Al fin y al cabo, quién les iba a decir a mediados de los ochenta a estos chicos del barrio que tres décadas después llegarían a estar tocando en este noble y antiguo cuartel como orgullosos exponentes generacionales del más genuino espíritu de Malasaña y del rock.

Nunca digas nunca, porque nunca se sabe…

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