FESTIVAL RÍO BABEL 2025
Nuevo emplazamiento, más espacio y diversidad musical
Estaba claro que este Festival no podía continuar en La Caja Mágica, la previa del año pasado con Green Day como reclamo fue un fiasco total, hubo muchos fallos, los suficientes para que se quitasen las ganas de volver. Pero este cambio de ubicación provocó una nueva oportunidad y una agradable sorpresa.
Si bien el Auditorio Miguel Ríos en Rivas, por distancia y alternativas para llegar, echa para atrás a muchos, suple con creces la falta de espacio y permite celebrar un festival de dos o más días con tres escenarios, zonas de restauración, recreo y actividades sin muchas apreturas (aforo de veinticinco mil diarios). Eso si, prepárate a andar porque desde donde sea que dejes el coche o te bajes del transporte público pertinente, hasta que llegas a pasar el último control, la kilometrada es larga. Y luego moverte de un escenario a otro, ir a los baños, etc. como poco te sirve de entrenamiento.
Dos días con dos propuestas diferentes, una centrada en el Urban con Cypress Hill, Kase O y Rawayana como reclamo y otra más variopinta con Bebe, Madness y Estopa como colofón.
Alternativamente, un escenario para que los monologuistas más conocidos de España y fuera de ella, divirtieran a los que o bien se tomaban un descanso, o preferían unas risas a escuchar a un grupo que no les gustaba mucho. Todo ello en una zona con bancos y cubierta del sol que afortunadamente ese fin de semana no castigó en demasía.
Zona de restauración, que no estaba excesivamente saturada y puntos de bebida distribuidos por todo el recinto, Una zona de fuentes, otra de ventiladores con agua para refrescarse y otra con actividades varias patrocinadas por las marcas que promocionaban el evento.
Primer día: Como uno no puede ser Superman y Clark Kent a la vez, el primer día pude atender pocos conciertos. El primero el de Cypress Hill. Una vez superadas las pruebas de recogida de pulsera, pulsera monedero, cacheos, etc y atravesar el anfiteatro de lado a lado, aquí entra el modo Superman. Por delante quede que no soy asiduo ni seguidor de este estilo de música, pero al menos la puesta en escena, la potencia del batería, y la salida de cantantes dándose el relevo, con ímpetu a la vez que veías a miles de personas corear los temas, te hace pensar que hay un submundo más allá del rock y que algo tendrá cuando arrastran a seis millones de oyentes al mes. Incluso yo me sabía algunos de los temas.
Quizás deberían haber salido después de Kase O, basándome en el horario (la propuesta de Cypress deslució un poco debido a la luz natural que aún había, y la de Kase O fue menos espectacular en cuanto a iluminación y audiovisuales se refiere) y el ambiente creado, sencillamente.
Comenzaban a continuación uno de los grupos que más seguidores llevaban, ya que media Venezuela residente en Madrid estaba en Rivas esperando a ver a Rawayana. Entre que no se dejaron fotografiar (y yo que pensé que lo de que las fotos te quitaban el alma era cosas de los Sioux) y que el estilo de música que hacen no me va nada, a pesar de sus premios Grammy y sus seis millones de oyentes, escuché la mitad del primer tema y tuve más que suficiente, así que no pude «bailar pegaíto con un guarrito que me hable bonito», lo siento, pero es que iba a empezar Caravan Palace y su propuesta me parecía mejor. Pero vamos, que para gustos, los colores.
Vuelta al escenario pequeño, otra jartada de andar atravesando una masa de veinte mil personas, para ver a los que más me gustaron esa noche, Caravan Palace.
Una propuesta con muchos seguidores y que empezaron con poca gente pero a la que poco a poco se fueron arrimando más y más y terminaron todos bailando al ritmo del swing electrónico que propone este original grupo de París, formado por ocho músicos con Zoé Colotis a la voz. Clarinetes, trombones, contrabajos, mucha alegría, ritmos bailables mezclando Django Reinhardt con ritmos pregrabados. Muy buenos, para mi la sorpresa de la noche. Si vuelven hay que procurar ir a verles.
Vuelta al escenario azul, de nuevo a cruzar el río de personas, creo que ya voy pillando lo de Río Babel, que tocaba Kase O y había gran expectación. Tras un corto vídeo de sus primeras andanzas musicales, encapuchado, tras una reja, con poca luz, apareció presentando a su DJ y sus dos secuaces de escenario.
Repaso por todos sus temas que coreaba la gente cuando les ponía el micro. Que capacidad tiene la gente para retener letras kilométricas, y luego que mal andamos en cultura general, hay que cambiar los métodos de estudio tal que ya. O poner a Kase O a dar clases de Historia o algo, lo que sea.
Y así termina el primer día porque tocaba volver a ser Clark Kent al día siguiente.
Segundo día: Siento no haber visto a los Sanguijuelas del Guadiana, ya caerán en otra ocasión. Estaba sonando No te va gustar, grupo uruguayo con treinta años de bagaje, a los que le tocó salir quizás demasiado pronto, con mucha luz, no mucha gente, ya que este día el grueso del pelotón decidió llegar justito a Madness ya que su objetivo principal era ver a Estopa.
Practican pop, rock, con sección de vientos que le da matices e influencias. Muy seguidos en su país y Sudamérica, fueron ganándose al público poco a poco y sonaron bastante sólido y se les nota oficio.
Daba tiempo a ver la propuesta de Griso, antes en Arnau Griso, con una propuesta festiva aunque elegante, sin recurrir a ritmos ska o pachangueros. Con cinco músicos en el escenario, muy sobrios, dejando el protagonismo a Eric Griso, al que se veía contento y feliz. Pude ver a la banda más tarde entre el público disfrutando del resto del festival. No puede ver el espectáculo entero porque solapaban con uno de los que me hizo ir al festival.
Llegaba una de las propuestas más arriesgadas de la noche, pero dado el nivel del músico, una apuesta segura. Yerai Cortés, en el escenario amarillo, uno de los mejores guitarristas flamencos jóvenes del momento, con su fusión flamenca, acompañado solamente de su guitarra y cinco cantaoras que a las palmas, se ganaron al público en el primer tema. Mucho nivel el de este guitarrista.
Estaba lleno al empezar, pero mucha gente que llegaba se quedaba en este escenario en detrimento de Bebe, una pena que coincidieran los dos.
Le tocaba el turno a Bebe, que apareció en el escenario con una chaquete rosa, muy simpática, con la banda trajeada, dando un nuevo aspecto a su estilo que incluso se nota a la hora de cantar. Hizo repaso por sus temas más icónicos y fue enganchando a la gente que llegaba con camisetas de Estopa para ir posicionándose en el que más tarde sería su escenario.
En un principio tenía pensado volver a Yerai, pero he de reconocer que me fue enganchado y terminé viendo el concierto entero. Se ha ganado un adepto.
Y llegaba la hora del concierto del Festival, para mi, por supuesto. Madness repetía el espectáculo que pudimos ver en Noches del botánico hace tres años. Algo más corto, con los mismos audiovisuales, mismos temas, pero no nos cansamos de verles. Su repertorio es prácticamente un gritisjis. Incluso Mr. Apples que llegó hace poco ya se ha hecho también un clásico.
A ritmo más lento del habitual, desde el inicio con One step Beyond, salvo las frenéticas Buggy Thousers o House of fun, allí siguen Suggs y los suyos. Lee Thompson haciendo pantomimas mientras toca el saxo, obsesionado con un avión de papel y bromeando con el público. El resto de la banda como un reloj de precisión, llevan en el oficio muchos años y saben que con el repertorio que llevan no puede decaer la fiesta.
Pocos Fez está vez comparado con el último concierto. Y es que la gran mayoría de la gente iba por Estopa, aunque se comprobó que ni el más fanático puede resistirse a cantar el Our House o saltar al ritmo de su canción homónima.
La gente se escoraba a la derecha poco a poco, en el sentido físico de la palabra, ya que luego Estopa tocaba en el escenario de al lado. De la parte metafísica o moral ya dejó muestras Suggs denunciando la situación en Palestina varias veces y en esa parte se veía al público más escorado a la izquierda.
Muchos saltos, cánticos, pero nada comparado con el concierto Karaoke que tenía preparado Estopa.
Pero como había que volver a ser Clark Kent, vuelta a atravesar un mar humano para hacer mutis, que alguien tiene producir que pagar los vicios caros de algunos de nuestros funcionarios.
Nota: Si otro año habilitasen un paso para la prensa y fotógrafos por detrás de los escenarios, para llegar pronto y sin poner en riesgo el equipo ya sería orgásmico. Eso sí, no hubiese hecho esos 20 km en dos días.



































































































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