MORCHEEBA

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Real Jardín Botánico Alfonso XIII, Madrid 19 julio 2025
Texto y fotos: Javi G. Espinosa

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Aunque nos han visitado unas cuantas veces, nunca había tenido ocasión de verles, y por fin esta vez se alinearon los astros para poder disfrutar de Morcheeba en directo. Y además, en el fantástico entorno del Botánico, al aire libre y en un recinto de dimensiones idóneas para meterse en el concierto desde cualquier parte.

Abrieron la velada con uno de sus primeros temas, Triger Hippie, creando desde el principio esa atmósfera hipnótica y envolvente en la que te sumerges encantado. Con la guitarra de Ross Godfrey al frente, los músicos entraron en escena primero, dando paso a la gran dama, a Skye Edwards, elegante, sonriente y seductora. La conexión fue inmediata, dejándonos llevar por el suave ritmo y la intensidad de su sonido. No tardó en sonar The Sea, uno de los primeros momentos álgidos de la noche, con ese crescendo que acaba alcanzando cotas gloriosas.

Sonaban también canciones nuevas, de su álbum Escape the Chaos, recién publicado hace apenas un par de meses, como Call for Love o We Live and Die, perfectamente encajadas y acopladas con el resto del repertorio. En todo momento mantienen ese groove contagioso, te meten en su frecuencia y te arrastran a su antojo, y da gusto dejarse llevar. Además, las diversas proyecciones en las tres pantallas iban contribuyendo a ambientar muy bien el espectáculo, con cambios de onda visual y de espectro cromático en cada tema.

Otherwise supuso otro momento destacado, antes de recordarnos sus raíces en el country y el blues para meternos de lleno en los inconfundibles acordes iniciales de Part of the process, otra pieza imprescindible de su repertorio. A mitad del concierto Skye se quitó las botas mientras nos lo cantaba a ritmo de reggae («I’m taking off my shoes…«). Una diva discreta y sin veleidades, que para impactar no necesita artificios, coreografías ni cambios de vestuario (aunque, coqueta ella, nos preguntó si nos gustaba su vestido), sólo con su voz y su simpatía es capaz de cautivar a la audiencia, sin más alardes.

Con ese himno soul que es Rome wasn’t built in a day puso a toda la gente a cantar y dar palmas con ella, y lo mismo ocurrió con Oh Oh Yeah, llegando al éxtasis con la monumental Blinfold, que iba anunciando el final del concierto, con todo el mundo haciendo coros y agitando brazos. Volvieron para regalarnos su lectura del clásico Summertime (momento de encender las linternas) y de despidieron con otro tema nuevo, Bleeding Out, dejándonos con una sonrisa en la cara pero con ganas de más, porque en un concierto así te quedarías a vivir.

Con su buen rollo contagioso, Skye se despidió grabándonos con su móvil y los chicos se quedaron un poco más, lo justo para una despedida con Ross en plan guitar hero total, haciendo llorar, reir, gemir y rugir a esa guitarra hipnótica por última vez antes de decirnos adios definitivamente. Sin duda alguna, un concierto para el recuerdo.

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