YUNGBLUD

A sus 28 años, Dominic Richard Harrison —más conocido como Yungblud— es ya una fuerza imparable dentro del panorama musical internacional. Cuatro discos a sus espaldas y una evolución artística que se consolida con Idols, su último trabajo publicado en junio, un álbum que marca un punto de inflexión en su carrera por su madurez compositiva y su giro decidido hacia el rock.

La tarde arrancaba puntual con Weathers, banda angelina liderada por Cameron Boyer. Aunque eran los menos conocidos del cartel, aprovecharon con creces su media hora de actuación. Su propuesta de rock alternativo dirigido a un público joven funcionó bien, ganándose a buena parte de la audiencia, gracias también al carisma de su vocalista. Su directo no dejó indiferente: intenso, vibrante y con una energía contagiosa que demuestra que saben aprovechar su tiempo sobre el escenario.

Con el recinto ya prácticamente lleno, Palaye Royale subía al escenario. Esta no era su primera visita a España, y el público lo sabía. Su mezcla de glam, art rock y actitud teatral conectó rápidamente con los asistentes. Su anterior paso por Madrid y Barcelona en 2024 ya dejó huella, y esta vez no fue diferente. Más maduros en su sonido que Weathers, la banda supo cómo captar y mantener la atención. Su cercanía con el público, literalmente, bajando a interactuar con la audiencia, fue uno de los puntos fuertes del show. Sonaron compactos, poderosos y perfectamente sincronizados, demostrando que su inclusión en este cartel no ha sido casual. Ellos sumaron, y mucho.

El estallido llegó con Yungblud. El Palacio de Vistalegre, a reventar, recibió al artista británico con una ovación ensordecedora. Abrió con “Hello Heaven, Hello”. Empezar con una canción de nueve minutos no es algo que muchos se atrevan a hacer, pero Yungblud lo hizo. Y no sólo eso, lo defendió con una escenografía explosiva, confeti incluido, y una intensidad que nos transportó directamente a épocas en las que el rock era sinónimo de espectáculo. Hay que reconocer que su evolución hacia sonidos más rockeros puede haber generado dudas entre ciertos sectores del público más tradicional, pero lo que se vivió anoche demuestra que este cambio no sólo es real, sino también necesario y auténtico. Temas como “The Funeral” o la propia “Idols” (con claras reminiscencias a U2) consolidan esta nueva etapa.

Yungblud estuvo acompañado en escena por una sección de cuerda que elevó la interpretación y aportó una atmósfera única, algo que no se ve todos los días en conciertos de este estilo. Uno de los momentos más intensos de la noche fue el homenaje a Ozzy Osbourne, recientemente fallecido. Sin necesidad de presentación, todo Vistalegre coreó su nombre antes de que Yungblud dedicara unas palabras sinceras y visiblemente emocionado interpretara “Changes”. La versión, extendida y sentida, hizo que el público gritara con fuerza hacia el cielo, como si quisieran asegurarse de que Ozzy escuchara desde lo más alto. Fue un instante mágico, conmovedor y absolutamente inolvidable.

Yungblud es pura dinamita sobre el escenario. Su dominio escénico asombra para su edad. Se mueve con la seguridad de una estrella consolidada y conecta con el público de forma inmediata. Tuvo tiempo incluso para invitar a un fan a tocar la guitarra durante “Fleabag”, mientras él se lanzaba sobre el público como si flotara impulsado por pura energía. No todo fue perfecto técnicamente: problemas con su micro y su In-Ear le hicieron perder momentáneamente la paciencia, lanzando el micrófono en un arranque de frustración. Pero incluso eso mostró lo implicado que está con cada detalle del espectáculo. Y sí, seguramente alguien del staff tuvo una charla complicada al acabar el show. El concierto cerró con dos joyas: “Ghost” y “Zombie”. Esta última, un medio tiempo emocional y poderoso, dejó al público coreando su estribillo incluso al abandonar el recinto. Fue un cierre de altura para una noche que se recordará durante mucho tiempo.