Elvis Costello y The Imposters visitaron España en una corta gira de tres días seguidos: San Sebastián, Barcelona y Madrid. En Madrid lo hacía dentro de la programación de los Veranos de la Villa. Precisamente su mujer Diana Krall actuó también aquí, en el mismo festival, dos días antes. Se ve que los Costellos se organizan bien porque en Donosti hicieron otro tanto, él tocó el 25 y ella el 28. Sin embargo, es curioso comprobar que las entradas de ella eran más caras que las de él, incluso en San Sebastián, donde había que pagar para ver a Diana Krall en el Kursaal, pero no para ver a Costello, que actuó en el escenario gratuito de la playa.

El caso es que Elvis volvía a Madrid y era muy esperado. Sí, era uno de los platos fuertes de la programación de los Veranos, de los conciertos que nadie quiere perderse, así que llenó el teatro (su mujer había agotado las entradas). Fue concierto brillante.

Comenzó muy puntual como suele ser habitual aquí, en el Price, y después de casi dos horas tuvo que abandonar el escenario sin ofrecer un solo bis. Parece que las ordenanzas municipales son muy estrictas porque el músico se excusó con un gesto con el dedo de rebanarse el cuello, dando a entender que no podía ser.

En todo este tiempo dio un repaso a su carrera, que debe andar ya por más de 35 años ininterrumpidos. Muchos años para un artista tan difícil de encasillar, tan inquieto y brillante. En realidad, no venía a presentar ningún nuevo disco porque el último que tiene es con otra gente, The Roots, y ahora llegaba con los Imposters. Se trata de una banda que se conocen a la perfección: Steve Nieve a cargo de los teclados, Pete Thomas con la batería, Davey Faragher al bajo y a la guitarra Elvis Costello, mejor dicho, a las guitarras, porque yo dejé de contar cuando había cambiado a la sexta y aún quedaba la mitad del concierto por delante.

Empezó fuerte. Sin presentar las canciones enlazó una tras otra al ritmo de la eléctrica. Luego, con las acústicas se dio un respiro y habló al público. Tuvo un recuerdo para las víctimas del accidente de Santiago de Compostela con la canción Stations of the Cross que la gente agradeció enormemente.

Cantó muy bien y forzó la voz para alcanzar todas las notas que requería cada estrofa en algunas canciones más melódicas y líricas. La verdad es que no paró quieto un momento, incluso desapareció del escenario mientras cantaba y reapareció entre el público de la platea y allí siguió un buen rato. La conexión entre el músico y el público fue más que evidente. No faltaron títulos como She, Chelsea, o Everyday I write the book.

Muy buen sonido en la sala. Pienso que el Teatro-Circo Price es uno de los mejores lugares de Madrid para dar conciertos de alta calidad sonora. Memorable.

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