FERNANDO MARTIN & THE SOUTHERN COMFORT BAND

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Saldando cuentas con el rock y con su propio pasado

Fernando Martín tenía una cuenta pendiente con el rock español y con su propio legado musical. Desperados , la banda que durante una década lideró junto a su hermano Guille, se ganaron por mérito propio un hueco entre las grandes bandas que este país han sido, por sus canciones y por su actitud. Ajenos a modas o afanes de triunfo, construyeron un repertorio más que notable donde cabían diversos estilos y todos encajaban por igual en la filosofía de la banda – que no era otra que la del rock desde sus inicios: los amigos, el barrio, las chicas… y por supuesto, la diversión. Pero, tal vez por falta de suerte o de justicia (o de ambas a la vez), su carrera se fue desvaneciendo antes de poder alcanzar el lugar que les correspondía.

 

Con un quinto disco ya grabado que nunca llegó a ver la luz, tampoco tuvieron ocasión de registrar y editar sus temas en vivo, para que se pudiese apreciar la diferencia entre su sonido real en directo y las grabaciones de la época – no siempre fieles a cómo querían y debían sonar las bandas. Fernando aún tenía esa espina clavada y ha querido sacársela de una vez por todas, reuniendo una banda apropiada para recrear ese repertorio y así poder darle (y darse) al fin la oportunidad de brillar como debía. Y lo ha hecho a conciencia, preparándose y rodándolo durante meses en directo con su banda sureña para grabarlo en las mejores condiciones posibles, y jugando en casa, en Madrid.

 

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Y además quiso estar acompañado de unos cuantos amigos, entre los innumerables compañeros de viaje que se ha ido encontrando, a unos antes y a otros después, durante estos treinta años en la carretera. Desde los de su propio barrio, Carabanchel, caso de “sus niños” de Platos Rotos (como cariñosamente les presentó) o el patriarca Rosendo, hasta los malagueños de Vicios Caros, Motel Caimán y Manitú que conforman la magnífica Southern Comfort Band  que le acompaña. Desde el arranque con “Barras y estrellas” y “El golpe” quedó claro que los músicos iban a por todas y que el público iba a colaborar siendo igual de generoso.

 

Quizá sorprende ver que un grupo tan minoritario en su momento no sólo conserve a casi toda su afición de entonces sino que la haya ido aumentando al cabo de estos veinte años con nuevos seguidores que han descubierto sus canciones rotundas, honestas y tan vigentes ahora como cuando las compusieron. Diferentes generaciones se daban cita para llenar la pista de una sala Galileo despejada para la ocasión de mobiliario, permitiendo saltar y bailar a sus anchas a todo el personal, que coreaba con entusiasmo cada una de las canciones que iba repasando la banda desde el escenario.

 

Los ya mencionados Platos Rotos al completo fueron los primeros en unirse a la fiesta, sustituyendo por unos momentos a los sureños como acompañantes de un Fernando en muy buena forma, que mantiene su variedad de registros vocales y su actitud, lejos de la pose o el cliché pero con ese toque de descaro y chulería imprescindibles en el rock de barrio, en el de verdad, ese que sale de la cabeza, del corazón y de las tripas. Poco después era una amiga, Lou Garx, quien se subía a compartir la única canción a la que puso voz Guille, “Lejos de aquí”, en uno de los momentos especiales de la noche. Lou volvería en varias ocasiones para acompañarles.

 

Acto seguido aparecía en escena el maestro José A. Romero, un francotirador de las seis cuerdas eficaz como muy pocos. Soberbio su dominio empuñando esa preciosa Les Paul dorada con la que nos dejó de una pieza. El siguiente invitado fue otro malagueño: para dar brillo y swing a ese medley que se marcaron contaban con Manuel Olmo, compañero en Motel Caimán de Adolfo Flores – que, digámoslo de paso, es quien con su guitarra acústica y a la vera de Fernando, ejerce el papel de director musical en esta aventura. Manuel permaneció en escena para hacer también “No puedo estar mejor” (con Lou de nuevo en los coros), y más tarde volvería a unirse a la banda de nuevo.

 

Con “La llave maestra” tuvimos la ocasión de que Fernando nos presentase a Manu Clavijo, que puso magistralmente ese toque especial del violín, recuperando ese aire folk que los Desperados siempre tuvieron. Retomando el rock clásico, Lou volvió a poner el contrapunto a la voz de Fernando en “Tan alto como nos dejen…”, para volver a un tono íntimo en “Baile (sólo parejas)”. Otro cambio de ritmo, con los brillantes medios tiempos de “Una habitación de motel”, para dar paso a un nuevo invitado estelar: Jaime Urrutia hacía los honores cantando en “La tormenta”, una canción que bien podía ser obra de Gabinete Caligari, como reconocía su autor al agradecerle su contribución.

 

El que a última hora no pudo estar fue Loquillo, que debía haber cantado el clásico de Lone StarMi calle” (canción que Guille, presente en el recuerdo toda la noche, curiosamente había tocado primero con Desperados y luego con Trogloditas), pero su ausencia se compensaba con el resto de amigos presentes. El siguiente en aparecer era Rubén Pozo, que en los inicios de Pereza ya hizo con Fernando a la voz algunos bolos  (llamándose, muy apropiadamente, Despereza). Compartieron de nuevo “La rosa más pálida de la ciudad” y nos regalaron además esa sensacional adaptación del “Dead Flowers”, una de las mejores versiones en castellano de los Stones, con diferencia.

 

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Y aún faltaba la guinda del pastel, la que iba a poner el rockero más castizo, el Padrino del rock de barrio: nadie como Rosendo para cantar a grito pelao con orgullo y sentimiento eso de “¡Nací en Carabancheeeeeeel!“ en la categórica “Esto no es América” (“ni puta falta que hace”, aclaraba el maestro Mercado). Con la bendición del Jefe, sólo quedaba rematar el concierto con más rock and roll: “Yo te llevaré” servía como primer “hasta luego”, pero enseguida tuvieron que volver para hacer “Desperado” y la hermosa “Dulce chica triste”, y tras otro amago de despedida la cosa ya se desató al ritmo alegre y desenfrenado de “Molly”, para decirnos adiós de verdad con una última versión, “Satellite of love”, con Fernando feliz y emocionado bajando a repartir besos y abrazos entre el público, total y mutuamente entregados en una noche para el recuerdo.

 

Una noche que fue posible gracias a esa fantástica banda con Adolfo al timón, Alex El Zurdo y Pepe Blanca como puntales guitarreros, Manu Molés a los teclados y la base rítmica de Víctor Alcalá en la batería y Pepe Salas al bajo. Todos ellos, junto con otras cuantas personas que comparten esa ilusión y esa pasión por reivindicar la música de bandas como Desperados, hicieron posible una auténtica fiesta del rock madrileño, del auténtico, del de siempre, del de verdad.

 

Después de esta noche, Fernando quedará en paz consigo mismo y con la música, que tanto le ha dado pero que también le había negado hasta ahora el justo placer de ver su trabajo recompensado de esta manera: con un directo donde, sin trampa ni cartón, las canciones de Desperados brillen de nuevo – lo que a su vez era de algún modo necesario también para nuestro rock, que necesitaba esta grabación para estar en paz con ellos. Y Guille, allá donde se encuentre, estará orgulloso también. Se lo merecían, y al fin lo tienen.

 

 

Set List: Barras y estrellas / El golpe / Doctor Fleming / Nunca lo vas a entender / Ella tiene que ser / El premio mayor / Lejos de aquí / Aún no he caído / Medley: Entre los dos + Poker y Bourbon + Tiempo de perros / No puedo estar mejor / La llave maestra / Tan alto como nos dejen, tan fuerte como podamos / Baile (sólo parejas) / Una habitación de motel / La tormenta / Mi calle / La rosa más pálida de la ciudad / Flores muertas / Esto no es América / Yo te llevaré / (Bis) Desperado / Dulce chica triste / Molly / Satellite of Love

 

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