AIRBOURNE + BLACK SPIDERS + CORRODED

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Los alumnos superan a los maestros

En el marasmo de tendencias que hay actualmente en el ramo del metal, donde podemos encontrar todo tipo de propuestas llevadas al extremo, como podrían ser extremo virtuosismo, extremo progresivo, extrema velocidad o extremo ruido, hay un número nada despreciable de bandas que exploran lo que podríamos decir que es música con marcha porque sí, alejándose de cualquier cosa relacionada con la épica, la mística, la estética o cosas así.

Hoy por hoy, podemos decir que el mejor exponente de esto es la banda australiana Airbourne, que coge el testigo del rock’n’roll global popularizado sobre todo por AC/DC desde hace treinta años. Con dos teloneros al uso, cortados por patrones parecidos, se presentó un cartel, con algo más de dos horas y media en total, de alegría y felicidad.

En horario de parvulitos (las 20:00) se presentaron los suecos Corroded con sus seis temas en media horita escasa de hard rock gritón. No están mal (de hecho, en Suecia tienen un cierto éxito, sobre todo gracias a Exit to transfer de 2010, el segundo de sus tres álbumes), pero, por lo que pudimos ver, que fue el final de su actuación, la cosa parecía bastante corrientita. Más rodados a lo mejor mejoran.

Al rato, salieron los Black Spiders a mostrar sus cartas. Esta banda de Sheffield (UK) tiene dos buenos discos en el mercado, con un sonido muy rockero. Sus temas están muy bien, e intentan que cualquier cosa que tocan sea un himno. La voz de su frontman Pete Spiby es del todo excepcional. Canta altísimo, y cuando crees que no puede llegar más arriba, cambia de tono y aún sube más (¡hasta cuatro subidas de tono en Stick it to the man!). Madre mía, qué vocalista. Y en directo eso cuesta mucho más. Lástima que el sonido no era demasiado bueno, y los graves le enmascaraban la voz más de la cuenta. Pero quedó claro que ahora mismo seguro que no hay muchos que canten como él. A destacar como curiosidad que el batería Si Atkinson lleva los platos (supongo que para que se le vea, presumido él) a metro setenta del suelo: casi se tenía que poner de pie para darle al splash.

Sus primeros cuatro temas (KISS tried to kill me, Stay down, Stick it to the man y Trouble) fueron excelentes. A esta banda se la puede seguir de cerca, es probable que hagan grandes cosas. Cuatro temas más cerraron su repertorio (Balls, Just like a woman, Teenage knife gang y What good’s a rock without a roll), quizás no tan brillantes, pero igualmente atractivos. Todo en ellos dejó buen sabor de boca: su entrada al escenario (con el tema central de Cometieron dos errores, es que Morricone siempre es una garantía, que se lo digan a Metallica), su propuesta de tres guitarras (para qué me voy a comprar un chorus si puedo fichar a otro guitarrista), sus estribillos, su voz solista y sus camisetas (a ver si tienes lo que hay que tener para llevar esta por la calle). Qué buenos. Fueron muy aplaudidos por la sala ya casi llena, y dejaron al respetable literalmente a tope para ver a los cabeza de cartel, tras sus más o menos tres cuartos de hora de actuación. Y es que una banda que cuenta como una de sus referencias a Turbonegro tiene que estar bien por narices.

Con la tonadilla de Terminator 2 salieron ya los australianos Airbourne con eso que sólo se puede describir como ciclón de rock’n’roll. Es una barbaridad de excesos de todo tipo, en una continua explotación de todos los tópicos del rocanrol, pero todos, todos. Su sonido más que similar a AC/DC, evidentemente su principal referencia, da pie a montar el teatrillo del tío pasao de vueltas, pero es que con una música así lo que tienes que hacer es exactamente eso.

¿Que si se parecen tanto a AC/DC? Pues qué quieres que te diga… estamos ante una banda australiana, en la que hay dos hermanos, en la que todo, absolutamente todo, está supeditado al ego del guitarra solista y del cantante (que en este caso coinciden sobre la misma persona), una banda que se dedica a hacer lo que podríamos decir que son bluses mal tocaos a toda pastilla, y no se llaman AC/DC (pues es lo único que les falta). No se me ocurre nada más parecido a los AC/DC del Powerage, Airbourne son una revisión a fondo del espíritu de los AC/DC de Bon Scott, incluso la pose canalla del ombligo de la banda, Joel O’Keeffe lo sugiere. No van a poder negar que debieron empezar haciendo versiones de AC/DC, no. El resto de la banda (Ryan O’Keeffe –batería-, David Roads –guitarra rítmica- y Justin Street –bajo-), en un completo segundo o tercer plano.

La hora y veinte que duró la cosa fue más que intensa, aunque media horita más no habría estado mal, y el suelo de la sala Apolo (sobre vigas de madera, estamos ante un edificio histórico de la ciudad) se movía que daba, literalmente, miedo. Tanto se movían suelo y paredes que de las rejillas de ventilación del techo empezaron a desprenderse jirones del polvo-pelusilla ese que se acumula durante meses de uso, cayendo sobre las cabezas del público. Verás la legionela cómo va a ir.

Impresionante comienzo, con Ready to rock. Impresionante. A partir de ahí, la colección de excesos de cara a la galería. Ya en el tercer tema, Girls in black, Joel O’Keeffe se paseaba entre el público a hombros de un pipa hasta la mesa de mezclas, sobre la cual se colocó en pie para alargar el solo. Madre, si ya estamos así y sólo llevan tres temas, ¿qué le queda por hacer a este tío? Pues de todo. Para empezar, como en Apolo hay palco superior (donde aprovechan para poner al técnico de luces), pues para allá que se subió a hacer el solo de Stand up for rock’n’roll (uno de ellos), de pie sobre la barandilla (ver aquí  a partir de 4:20). Este hombre es un inconsciente. También aprovecha para mostrar el apreciable arte de abrir cervezas con la cabeza (vamos, que se pega latazos en la cabeza hasta que revienta la lata, salpicando a amigos y extraños). Seguro que su madre no se refería a eso cuando le decía hijo mío, usa la cabeza. Sirenas de bombardeo de esas de manivela, show de botellita de vino para introducir Cheap wine & cheaper woman, etcétera, en fin, lo que sea para que la gente no se aburra. Y es de agradecer que alarguen los solos y hagan esos finales tan ochentenos: ya se cansa uno de escuchar las cosas exactamente igual que en el disco, demonios, ¿para qué vamos a los conciertos pues? ¡Muy bien, señores!

El repertorio está basado en su primer álbum, Runnin’ wild de 2007, del que sacan hasta seis temas. Como se supone que presentan disco, su tercer y de momento último disco, Black dog barking aporta cuatro temas, cosa que deja en muy exigua la aportación de No guts, no glory de 2010, con sólo dos temas. Una lástima, porque al que suscribe le parece su mejor trabajo. En fin, sobre gustos…

Pues eso, que la próxima vez que vengan no te los puedes perder, no hace falta decir nada más. Son tan buenos que a este paso alguno va a pensar que en lugar de parecerse a AC/DC, son los AC/DC los que se parecen a ellos, y es que el alumno, si aplicado, siempre acaba superando al maestro: AC/DC hace años que carece de la frescura necesaria, pero vaya si éstos la tienen. Les sobra.

Setlist Corroded: Let them hate as long as they fear / More than you can chew / Age of rage / Time and again / I am the god / 6 ft. of anger

Setlist Black Spiders: KISS tried to kill me / Stay down / Stick it to the man / Trouble / Balls / Just like a woman / Teenage knife gang / What good’s a rock without a roll?

Setlist Airbourne: Ready to rock / Too much, too young, too fast / Girls in black / Back in the game / Diamond in the rough / Black dog barking / Cheap wine & cheaper woman / No way but the hard way / Stand up for rock’n’roll / Live it up / Raise the flag / Runnin’ wild

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