MARK LANEGAN + DUKE GARWOOD

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¿Héroe grunge o gentleman indie?

De un tiempo a esta parte, el artista que nos ocupa ha ido ascendiendo en el escalafón de las figuras musicales independientes más respetadas, gracias a cierta parte de la crítica y a una amplia sección de la audiencia actual (dosmiles boys) que nunca supo de él hasta nuestros días. Esto ha suscitado un debate entre aquellos que le conocían desde hace más de veinte años (los cuales aún hoy reivindican la figura de Mark Lanegan como el héroe grunge que fue) y aquellos que, al calor de sus discos más sintéticos, lo reivindican como el gentleman indie que parece es hoy día.

Tiempo atrás, como bien sabrán ustedes, Mark Lanegan no vestía chaqueta. No creo que este sea el momento de ir de listo y decir: Buah, yo escuchaba a Screaming Trees y vosotros no, porque sería algo hipócrita por mi parte. Servidor no es carne noventera, más bien es carne del siglo XXI (y bien que me pesa, créanme), por lo que, aunque reivindique Dust como una pequeña joya, no quiero que esta crónica caiga en una autocomplaciente melancolía del tipo “otros tiempos fueron mejores”. Lo que sí es bien cierto es que una personalidad como la de Lanegan permite detenerse y pensar por un momento en todas aquellas etapas que le han llevado hasta el actual olimpo del indie.

Hagámoslo pues…

Si bien acabada la época de Screaming trees, Lanegan continuó investigando sus infiernos interiores de una forma mucho más minimalista, posteriormente, nuestro protagonista fue tejiendo una red de amistades musicales (Queens of the stone age, Soulsavers) que hicieron que su nombre llegase a las nuevas audiencias, no tan ávidas del ruidismo de otros tiempos sino deseosos de propuestas más pretendidamente estéticas. A esto simplemente le tendremos que sumar su acertado proyecto junto a Isobel Campbell y sus acercamientos a figuras incontestables como Nick Cave (Si no han escuchado las versiones aparecidas en la banda sonora de Lawless, háganlo), para tener como resultado el totum revolutum de audiencias y estilos que permiten debates como el que aquí se propone.

Mark Lanegan (104)

Cerrada la pertinente (ó no) semblanza, vayamos al presente. A lo que Mark Lanegan es hoy, a las sensaciones que dejó en el Nuevo Apolo.

Una de los aspectos a destacar y que quedó bien refrendado durante el show es la capacidad que tiene el de Washington para reciclarse. Esta característica es capital a la hora de entender por qué en un mismo concierto Mr. Lanegan es capaz de transformarse en trovador medieval, en romántico empedernido, en oscuro cazador de placeres nocturnos o en animal herido de muerte. Para ser todos ellos y ninguno a la vez, sólo necesita dos cosas:

1)      Su voz. Lanegan es un dragón sabedor del fuego que escupe. No tiene una voz bonita, no tiene una voz elástica ni potente, de hecho aquellos que le hayan visto en vivo sabrán que su voz es como una vela que se va apagando poco a poco hasta rayar la afonía más descarada…Ahora bien, una vez se escucha a Mark Lanegan ya no se le olvida en la p**a (si me permiten, la elegancia del artista no merece que el improperio sea escrito en todo su esplendor) vida. ¿Y eso por qué? Personalidad que lo llaman. O se tiene o no se tiene.

2)      Su buen gusto. Lanegan sabe vestir la canción. A veces no es necesaria más que la perversa repetición de un punteo para meter en situación al espectador. La forma en que Lanegan juega con sus canciones es puro cine. Así, con unas maracas y un violín es capaz de llevarnos a un callejón oscuro lleno de gente desquiciada, sola, mal iluminada por neones que van muriendo en sus últimos parpadeos. Da igual el corte o el color de la chaqueta, Lanegan sabe cuál es la ideal para cada tema, y si no, escuchen su última aportación al mundo: Imitations.

Bien. Estas dos características, expresadas de aquella manera, reflejan lo que fue el concierto ofrecido en el Nuevo Apolo de Madrid. ¿Qué venía a presentar el Sr. Lanegan? Pues, seamos sinceros, todo y nada en realidad: Claro que tocó algunas de las versiones aparecidas en su último trabajo. Sin ir más lejos, a la audiencia se le erizó el vello especialmente con Pretty colors (Bendita herejía) o Solitaire (El himno de los lobos solitarios). Claro que tocó varios de los temas de su disco grabado con Duke Garwood. Un Garwood, sea dicho, especialmente enchufado y que tiraba del carro de la banda acompañante con un estilo y un saber hacer dignos de mención. Black Pudding acaparó en buena medida el set list con temas como Mescalito, Cold Molly o Driver. También disfrutó la parroquia con el esperado guiño acústico a sus dos últimas perlas firmadas como Mark Lanegan Band (Blues Funeral y Bubblegum). Pero ahí no queda la cosa, pues el fantasma de Lou Reed tenía que aparecer como viene haciendo desde el día de su fallecimiento y no faltó a la cita cuando Lanegan hizo corpóreo su recuerdo, versionando Satellite of love. Lulú, desde el cielo, estará orgulloso.

Volvamos al principio. Básicamente nos preguntábamos ¿Quién es Mark Lanegan? Si era o no un héroe grunge, si era o no el gentleman indie que algunos esperan. Bien, pues cuando todo el mundo pensaba ya que la chaqueta había amansado a la bestia, fue él y no otro quien reabrió el debate. Lo hizo recordándonos, justo antes de abandonar el escenario junto a Mr. Garwood, cómo se empezaba un disco en los 90. Efectivamente, ávidos treintañeros, lo habéis acertado, sonó Halo of ashes.

Por tanto: ¿Héroe grunge o gentleman indie? Ustedes verán qué opción eligen. Yo tengo bien clara la mía: Mark Lanegan es un p**o grande y se acabó.

2 pensamientos sobre “MARK LANEGAN + DUKE GARWOOD

  1. vaya basura de crítica. Lanegan estuvo inmenso, como siempre, y especialmente ese día.

    ¿qué guarrería populista, banal y chabacana es eso de «¿Héroe grunge o gentleman indie?»?? Lanegan es el puto amo y punto, y «de hecho aquellos que le hayan visto en vivo sabrán que su voz es como una vela que se va apagando poco a poco hasta rayar la afonía más descarada»?? hola?? tu y yo hemos idos a conciertos de 2 Lanegans distintos, su voz cada año es mejor.

  2. Querido popol:

    Creo que no has acabado de entender mi amor por Lanegan. Un amor, seguramente, mucho más grande del que tú le profesas.

    Lo que la crónica viene a decir es que Mark Lanegan es un señor que está por encima de cualquier tipo de debate. No creo que ayude a esta página en particular ni a los artistas en general, el que las crónicas se escriban desde una perspectiva fanática quinceañera. Es por ello que intentamos siempre ir más allá del «ma gustao mucho» o, en su defecto, «no ma gustao ná».

    En cualquier caso, te agradezco la lectura.

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