ELLIOT MURPHY

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«Todavía amo la música y la vida que me ha dado»

Elliot Murphy  hace muchos años que dejó los EE.UU. para instalarse en París y desde allí nos suele visitar con relativa regularidad. La primera vez que estuvo aquí fue en 1983, así que han pasado 30 años, que no es poco. En todo este tiempo se ha hecho con un montón de fieles seguidores que se dan cita en sus conciertos año tras año. En esta ocasión vino acompañado únicamente de Oliver Durand, también habitual en las giras desde hace más de una década. El lugar escogido para los conciertos de enero en Madrid fue la Sala Clamores, los días 24 y 25. Y colgó los dos días el cartel de entradas agotadas. Es todo un clásico aquí en estas fechas, casi como el concierto de Año Nuevo.

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Elliot Murphy apareció con traje blanco y su inconfundible sombrero negro, mientras que Oliver Durand, más discreto en el vestir, ofreció un auténtico recital de virtuosismo, que no de mero acompañante. Extraordinarios algunos duelos guitarreros entre los dos. Fueron sonando unos cuantos temas y Elliot los presentaba cada vez con mayor detalle. En ocasiones el público pedía silencio a otros para poder disfrutar de la música. Increíble en otros escenarios, no? También anticipó canciones de su próximo álbum, sin descuidar otras más conocidas. En realidad, tampoco hay demasiada diferencia en sus cuarenta años de música, de alguna manera mantiene un toque atemporal. Así desfilaron unas cuantas: “Crying creatures of the universe”, “Well intentioned pedestrians” o “The best kiss”.

También hubo sitio para las versiones. En eso Elliot Murphy también es peculiar porque tiene un montón de discos propios publicados y más de medio millar de canciones, pero no es raro oírle temas ajenos que le gustan especialmente. Uno de ellos fue el “Walk on the wilde side” de Lou Reed, a quién dedicó el tema y un montón de anécdotas. Ahí sí que el público se puso en pie, mientras tarareaba el famoso “du, du-du, du-du…”. Luego fue más complicado volver a los asientos, claro, y por eso sonó “On Elvis Presley’s birthday”, para compensar. Otro tanto ocurrió con la versión de “Heroes” de David Bowie en el primer bis, que encendió a todo el mundo y sonó como un himno generacional. Y para acabar, tuvo que volver a cambiar de tono y eligió el tema de “Green river” tan tranquilo y profundo como el Mississippi.

Así que dos guitarras sobre el escenario, una armónica en alguna canción y poco más en las casi dos horas que duró el concierto, y la gente encantada con el vecino Elliot Murphy. Fue un concierto de esos que dejan un poso que dura mucho tiempo después de que haya terminado la música. De los que dejan una sonrisa en la cara cuando sales de la sala.

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