Este Marc Ford de 2014 no es el que venía siendo los últimos años. No es ese tipo borracho que utilizaba los riffs más oscuros como aullidos anhelantes de cariño. Que conste que a mí, el Marc Ford de antes me encantaba, de hecho, creo que todos sus discos, desde “It´s about time” hasta “Fuzz machine” son auténticas maravillas de blues/rock ¡ABSOLUTAMENTE INFRAVALORADAS!. Pero este Marc Ford de 2014 no es ese Marc Ford. ¿O sí? Ahora hablaremos de ello. Antes…

Saltó a escena el Ford “hijo”. Resulta curioso porque aunque Elijah no puede negar físicamente que es hijo de Marc (esa barba, esa chaquetilla y esa sonrisa canalla…Pura herencia Fordiana) musicalmente es más hijo de “otros”, por ejemplo, una referencia que se me presentó bastante clara durante su actuación fue la de Jason Isbell, otrora guitarrista de Drive by truckers, con su voz serena y épica al mismo tiempo. Primero apareció él solo con su acústica y luego compartió un par de temas con la banda al completo y realmente sorprendió por la madurez y el saber hacer que evidenció con un sonido americana donde volvíamos a entrever bastante influencia de bandas como la citada anteriormente. A este niño le han llovido tantos biberones como discos de la Crazy Horse y eso se nota.

No hizo falta que la banda (Elijah incluido) se bajase del escenario ya que son todos ellos los que acompañan a Marc Ford.

El Californiano vino a presentarnos “Holy ghost”, su última referencia. De hecho fue, salvo un par de excepciones, casi absoluto protagonista dentro del set-list. Este último trabajo suena reposado, elegante, y en directo, además, mucho más cálido y cercano. Escoltado por una banda eficaz con un sonido absolutamente estudiado, a Marc Ford se le ve tremendamente feliz compartiendo tema a tema este “Holy ghost” sabedor de que está compartiendo, más allá de un disco, un estado de ánimo. “Este (esto) soy yo ahora” parecía decirnos al tocar “In you”, “Dancing shoes” o “Blue Sky”.

Si antes el amigo Marc nos hacía reflexionar sobre aquello que se pudo tener y no se tuvo o sobre los fantasmas que le persiguen a uno, ahora nos canta con una sincera media sonrisa cómo podemos disfrutar de lo que tenemos a mano, con un tono más reposado, más acústico, pero no por ello menos elegante. Recordemos que estamos hablando de un tipo que ha facturado algunos de los mejores discos de la pasada década: “Weary and Wired” y su disco junto a la Neptune blues band así se lo parecen a un servidor.

 Mr. Ford tiene tan interiorizado el blues que haga lo que haga suena tristemente luminoso, vacilón y verdadero. A eso hay que sumarle la influencia de Neil Young, aunque bien es cierto que en estas últimas composiciones presentadas hay mucho menos Neil que en “Weary and wired” por ejemplo. Es el suyo un sonido que, acompañado por una voz bastante personal, tiene bastante de único por lo inteligente en la selección de cada uno de los elementos de las diferentes influencias (blues, soul, rock).

Después de la aparición estelar de Craig Ross (Guitarrista de Lenny Kravitz), la banda electrificó su sonido en la parte final para recordarnos que los buenos riffs no mueren nunca. Y así pasó que “Don´t come around” puso punto final a una noche deliciosa donde el sonido de la sala estuvo absolutamente a la altura de las circunstancias (decir esto ya es mucho decir, últimamente).

Pareciera que Marc Ford, después de haberse pasado diez años enseñándonos los caminos a la perdición, al infierno, a la falsa esperanza, nos enseña ahora el camino de vuelta. El descanso del guerrero que dirían algunos.

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