THE COUP + LA SUITE BIZARRE

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Funk y hip-hop protesta

Imagina que vas al cine o al teatro. Pasan diez minutos, luego veinte… y aquello no empieza. A la media hora, se apagan por fin las luces y comienza la proyección o el espectáculo. Pero, oh sorpresa, no el que tú esperabas. De repente y sin previo aviso, comienzan a proyectar cortometrajes o aparece un grupo de teatro universitario. Por fin, más de hora y media después de lo que decía la entrada que le vendieron, comienza la película o la obra de teatro que había ido a ver. Pues eso, justamente eso, como probablemente ya saben, es lo que sucede en muchos conciertos y, sin ir más lejos, lo que sucedió el pasado miércoles en la sala El Sol. Una falta de respeto a los espectadores, en mi humilde opinión. Especialmente un día de diario. Y créanme que me duele hacer esta crítica precisamente en la crónica de The Coup, que ofrecieron un concierto sobresaliente. Un auténtico lujo del que pudimos disfrutar gracias a Estrella Galicia, que sigue apostando mucho y muy fuerte con su ciclo SON.

Actuaron como teloneros los chicos de La suite bizarre, una pintoresca troupe de siete miembros liderada por Isra J. Alexander. Propuesta divertida y muy setentera que fusiona funk con música disco, rock y psicodelia. Su directo, en el que lo visual y la performance (cuidada hasta el último detalle) se suman a la música para ofrecer un espectáculo integral, es un derroche de intensidad y entusiasmo.

Pasadas las once y media comenzó finalmente The Coup, grupo llegado de Oakland, California, como se encargó de repetir varias veces su cantante, MC e ideólogo Boots Riley, que ofrece una mezcla de funk y hip-hop en la que Silk-E se encarga de poner la parte soul con su impresionante voz y Grego Simmons las notas rock con un dominio de la guitarra eléctrica poco común en una banda de base rap.

Sobre una música marcadamente rítmica y muy bailable navegan las reivindicativas letras de un Riley que no deja títere con cabeza. “We got the guillotine, you better run”, canta en The guillotine, uno de los temas de su último disco, Sorry to bother you. A este respecto, cabe recordar que los californianos han tenido una sola exigencia para sus cinco conciertos en España: que no se sirva Coca-Cola en las salas en las que actúan en solidaridad con los trabajadores de las plantas embotelladoras de la multinacional, en huelga desde que se anunciaron despidos masivos. Riley dejó muy claro que le interesa transmitir su mensaje: pidió a los asistentes que buscaran las letras en internet, animó a los más duchos en inglés a traducir al resto sus parlamentos entre canción y canción e incluso solicitó a un espectador que tradujese uno de sus mensajes: “El pueblo debería tener control democrático de la riqueza que produce su trabajo”. Invitó a los trabajadores de Coca-cola a subir con él al escenario durante una canción y estos aprovecharon para agradecer su apoyo y contar su cruda realidad: “Te has comprometido con nuestra causa más que cualquier músico español”. El público coreó “Viva la lucha de la clase obrera” y, por unos momentos, hizo suyas las palabras de Riley en la canción Pork and beef, “No justice, no peace”.

El grupo, que publicó un EP el año pasado (su último largo es de 2012) hizo un repaso de casi hora y media por sus temas más conocidos. Magic Clap sonó casi al principio y hubo tiempo también, como intermedio, para que el cantante se tomara un descanso y cediera su puesto a Silk-E, que interpretó dos temas en solitario.

Poco más de un tercio de aforo consiguieron meter los californianos en la sala El Sol. Una pena comprobar el escaso tirón de The Coup en nuestro país aunque, egoístamente, un verdadero placer para los que sí fuimos poder disfrutar en tan buenas condiciones de un grupo enorme que ofreció un concierto memorable.

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