WHITESNAKE – The Purple album
Necesario homenaje a la figura de Jon Lord
Me puedo imaginar desde aquí cómo debió ser la conversación entre David Coverdale y su novia, esposa, o sea cual sea el cargo que ocupe ella, tras la celebración del homenaje a Jon Lord… ella diciendo cosas como “desde luego no tienes vergüenza”, “estaban todos menos tú, espera, no, también faltaba Ritchie Blackmore, otro fantasmón como tú que no valora la amistad”, “ahora a ver cómo lo arreglas”, “a mí no me pones la mano encima hasta que laves tu imagen”, no sé, muchas cosas como estas. Evidentemente, con el ego que tiene el señor Coverdale, todo le debía estar dando igual hasta que dijo la última de las frases citadas: ¡ah, amigo! Si no podemos poner el melindro a remojo, la cosa sí que se estropea, sí. Entonces debió empezar la ardua negociación con las típicas excusas de Coverdale, en plan “pero cariño, si hacía veinte años que no hablaba con él”, o quizás “pero mujer, no seas así, cómo voy a cantar temas de Purple, si hace veinte años que no los canto” (respuesta de ella a esto: “claro, prefieres hacer esa riña de gatos que llamas música en lugar de cantar canciones de verdad”), también “pero si la banda que tengo ahora no se las sabe”; aquí ella debió responder “David, eres burro, todo el mundo se sabe las canciones de Deep Purple, como Smoke on the water o Child in time”, tras lo que a Coverdale le debió dar un ataque al corazón o algo. Algo grave.
Tras despertar en el hospital, y ante la amenaza de estar en el dique seco sesuá, decidió hacer tres cosas: primero, explicarle a su novia, esposa o lo que sea, que esos temas de Deep Purple que se saber todo el mundo no son suyos, sino de Gillan, y que él tiene otros que gracias a Dios (i.e. a Ritchie Blackmore, precisamente) también se sabe todo el mundo, o casi.
No andaba muy convencido, con todo, y a punto de abandonar el proyecto, seguro que ella le comentó algo de lo cachonda que se ponía cuando le escuchaba cantar en la ducha Soldier of fortune, y ya no hizo falta más: una garantía es una garantía. Lo que fue carne volvió a ser acero puro, ni un gato podía arañarlo… Segundo, comprar unos libros de partituras de Purple y poner a los Whitesnake a estudiar como locos. Tercero, afinar la voz como en 1974… oh, mierda, eso es imposible: “bueno, va, que le den por saco, las canto como salgan”.
Así que hala, a repasar los viejos temas (que, claro, son los buenos) y a poner a la banda a tocarlos, y el que no se los aprenda, diez latigazos. Total, que lleva el disco a nuestras manos y, con la trayectoria que lleva Coverdale en la última década (o más), lo pillas con pocas ganas, No, con pocas ganas no, con muchas ganas, pero ganas de ponerlo a caer de un burro, ganas de apretarle el cuello, ganas de escucharlo y decir “te lo dije, este tío es incapaz de hacer nada que no sea una mierda”. Pues no. Qué cabrón. Salvando la distancia de la voz, tan insalvable que en muchos momentos parece que sea otra persona quien canta, lamento tener que decir que el disco me gusta. Maldita sea, lo he tenido que admitir. Es una buena aunque previsible selección de lo mejor de las dos formaciones de Deep Purple con David Coverdale al frente, entre 1973 y 1976, revisadas y actualizadas hasta con buen gusto. Admitiendo que Coverdale está muy acabado en comparación con cuarenta (¡cuarenta!) años atrás, da el pego mucho más de lo que esperaba, aunque tiene muchos momentos que no llega, ni se les espera.
La banda, impecable, imprimiendo su sello personal con muy pocos excesos (hay algún momento más heavy metal de la cuenta, y Tommy Aldridge le pega a la batería como si no hubiera un mañana, pero todo es aceptable), las guitarras de Reb Beach y Joel Hoekstra y el bajo de Michael Devin son perfectos. Temas difíciles como Lady double dealer o, sobre todo, Mistreated, están perfectos (oh, mierda, lo he vuelto a decir), quizás Burn queda un poco escaso, y la versión de You fool no one queda un poco pobre, seguramente por el ritmo tan diferente al original que imprime Aldridge, otras, muy bien, como Lay down stay down, Stormbringer. Pero vaya, en general, me jode tener que decir que es un discazo. Eso sí, espero que David Coverdale no se ponga a intentar esto en directo, porque entonces sí que se nos va a romper la magia de tanto usarla (en 2013 lo hizo).
Como reflexión final, felicito al sr. Coverdale y sra. por el palizón que le debieron pegar al somier cuando David le dijo a ella con una media sonrisa “cariño, ven a ver cómo me ha quedado Soldier of fortune”.