QUEEN

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Nostálgica velada en Barcelona con un Adam Lambert a la altura

Conforme uno se iba acercando al Palau Sant Jordi podía sentir que era uno de esos días especiales. Se veían caras de entusiasmo, muchas de primerizos que iban camino de su bautizo con el grupo, otras de quienes te enumeraban todos los conciertos que habían visto en Barcelona con Freddie a la cabeza. Inevitablemente siempre se acababa comparando a Adam Lambert con el que ha sido y será el referente encima de un escenario, pero, para ser justos, el californiano está sabiendo cómo convencer a los más escépticos, no solo por su voz, sino también por su actitud en cada actuación.

Este concierto es el único que la banda ha dado en España en su nueva gira, el primero desde que nos visitaran en 2008 con Paul Rodgers, por lo que era cita obligada para cualquier seguidor de la mitad oriental de la península —no tanto para quienes tuviesen Lisboa más cerca, pues dos días antes actuaron allí en la versión de Rock in Río que se celebra en la capital lusa—. Es un pena que no podamos disfrutar de John Deacon junto con Taylor y May, pero el espectáculo no falta y Lambert está siendo lo suficientemente inteligente como para no querer sustituir a Freddie. No intenta imitarlo y, como las más de 18 000 personas que estábamos allí, lo idolatra públicamente y eso le sirve a las mil maravillas para meterse al público en el bolsillo.

A las diez menos veinte, solo con unos minutos de retraso, comenzaba a sonar la icónica Flash que es el preludio para todo lo que se nos venía encima. Comenzaban con The Hero, que escuchábamos por segunda vez en directo desde 1982. A continuación, una detrás de otra como un martillo, y nunca mejor dicho, Hammer to fall, Seven Seas of Ryhe y Stone Cold Crazy. Ya tenían al Palau desde el primer minuto coreando cada estrofa y estribillo. Siguieron con Fat Bottomed Girls —cuya introducción nos dejo saborear unos segundos de White Man—, Play the Game y Killer Queen, esta última con Adam cruzado lateralmente en un trono, al más puro estilo cantante de cabaret, gustándose. Domina los tiempos, cambia de vestuario más menos cuatro veces en cada concierto, se siente muy a gusto en el escenario y tiene complicidad con el resto de la banda.

Queen02Una pequeña pausa y suena ese teclado que pone los pelos de punta, Taylor comienza a marcar el ritmo en la campana de su ride: I Want to Break Free. El octavo de los 27 himnos que sonaron en la noche. Acto seguido, todo el mundo coreando Somebody to Love. Brian May deja la guitarra, se acerca todo lo que puede al público y sentado en un taburete nos da las gracias por haber venido esta noche y lo que significa para él.

Todos sabemos que solo hay una canción que cantará él solo en acústico, y esa es Love of My Live. Fue la primera vez que Freddie apareció en pantalla y nos hizo cantar con él. Para un servidor la interpretación más emotiva de toda la noche y con casi total seguridad también para el propio May a juzgar por las lagrimas que pudimos verle nada más acabar. Roger Taylor se le unió para cantar These Are the Days of Our Lives y luego realizó un duelo de batería con su hijo, Rufus, que les acompaña como segundo percusionista. Sin ser un alarde de técnica sirvió para un pequeño intermedio y retomar fuerzas para lo que aguardaba.

Under Pressure nos volvía a meter en la dinámica de concierto de grupo, nos llevaba de estrofa en estrofa con su perfecta línea de bajo y sirvió de homenaje a Bowie que salió proyectado en los fragmentos que interpretaba en la versión de estudio. Justo después todo el Palau se ponía en pie para mover las caderas al ritmo de Crazy Little Thing Called Love y nadie se sentó en cuanto empezó a sonar Don’t Stop Me Now. Los dedos de May recorrían su Red Special haciéndola sonar como él solo sabe y The Fireplace nos hechizaba con cada nota. El bajo de Another One Bite the Dust nos ayudó a sumergirnos más si cabe en un ambiente especial y nos llevaba de un lado a otro a su antojo. Tras un juego vocal-instrumental entre Brian y Adam, I Want it All y Who Wants to Live Forever nos introdujeron en una solemnidad musical que nos hacía cantar a todos los allí presentes como si fuésemos una sola voz.

Cuando escuchamos a cualquier grupo de tal calibre no debemos olvidar que detrás de su música hay personas aún más excepcionales. No olvidemos que Brian May es astrofísico y en Last Horizon —de su álbum en solitario Back to the Light— lo vimos en su máximo esplendor científico. La atmósfera que creo con luces, las proyecciones y su sonido nos trasladó al espacio exterior de manera magistral. Encadenó esta maravilla con un solo en el que tocó fragmentos del Now I’m Here, Keep Yourself Alive o Brighton Rock. La ovación se transformó en saltos y euforia bajos los acordes de Tie Your Mother Down, sin duda una de las canciones con más fuerza en el directo.

The Show Must Go On iniciaba la recta final de un concierto que en ningún momento se hizo largo o pesado. A esta le siguió la que muchos consideran la composición por excelencia: Bohemian Rapshody. Freddie volvía a aparecer en las pantallas tocando el piano y trasladándonos treinta años atrás. Disfrutar de este himno como se vivió en el Palau en directo debería ser una experiencia vital obligatoria al menos una vez en la vida. Con Radio Gaga y todos batiendo palmas a ritmo llegamos a la pausa del bis. Faltaban los dos clásicos más reproducidos e interpretados de los británicos. La combinación de caja y bombo y la letra subversiva de We Will Rock You resonaba como un estruendo en todo el recinto. El espectacular solo de guitarra nos dejó a las puertas de la despedida con We Are The Champions. Adam, conjuntado con traje y corona de brillantes, hizo de maestro de ceremonias para un cierre en el que no faltaron cañones con confeti dorado. God Save the Queen puso el broche de oro a la velada como es tradición en todas sus actuaciones.

Lambert no es Mercury, claro que no, pero tiene parte de su espíritu del espectáculo. Nadie puede negarle su habilidad vocal y en ningún momento intenta sustituir al genio de Zanzíbar que está presente en cada canción, eso todos los sabemos. Cada concierto es un homenaje a su persona. May, Taylor y el resto de la banda no solo dan espectáculo, sino que hacen música y a un nivel en directo que muchos otros ya quisieran, además de ofrecer un muy buen sonido y un excelente espectáculo visual. No sabemos cuánto durará esta simbiosis, pero está claro que han encontrado un punto en el que todos se encuentran muy a gusto encima del escenario y saben cómo sacarle partido.

 

1 pensamiento sobre “QUEEN

  1. Me encantó. Adam Lambert me cautivó con el respeto y admiración con que trata la memoria de Freddie. Brian y Roger fantásticos. Rufus me gustó mucho y también el bajista quizá demasiado en segundo plano. Emotivos momentos con David Bowie y también cantando todos Love of my life… Sencillamente emocionante. Espero poder volver a verles con Adam que está perfectamente integrado en el grupo y no esperar otra década. Gracias por hacérmelo pasar tan bien. Mis hijas de 21 y 16 también lo disfrutaron!

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