LA BIEN QUERIDA

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Premeditación, Nocturnidad y Alevosía

Si el pasado jueves era El Niño de Elche quien ponía fin a su gira en la sala madrileña Joy Eslava, el día siguiente fue el turno de La Bien Querida, quien, dentro del ciclo de conciertos Pop&Dance se despedía de Premeditación, Nocturnidad y Alevosía, proyecto que tuvo su primera entrega a finales de 2014 en forma de maxi-single hasta completar una trilogía que finalizó al año siguiente y que, ya en este 2016, tendría su última y definitiva entrega con una reedición repleta de remixes a cargo de artistas tan diversos como Yung Beef, Tulsa o Triángulo de Amor Bizarro. Un proyecto este, en definitiva, que terminó de colocar a Ana Fernández Villaverde en la primera división de indie patrio.

Con el viejo teatro abarrotado hasta el gallinero y tras la actuación de Maridian Response, que cumplieron con nota en su papel de teloneros, apareció en solitario la bilbaína y lo hizo mirando al futuro: interpretando un tema inédito acompañada únicamente de su guitarra. Tras este y ya con David González y Frank Rudow (ex Manta Ray) sobre el escenario, se lanzaron a por todas interpretando uno de sus temas más celebrados, A veces ni eso.

Entre los tres, con La Bien Querida subida a un pedestal y sus acompañantes flanqueándola desde abajo, emprendieron un recorrido de hora y media por sus hasta ahora cuatro discos repletos de hits electro-pop, a veces más oscuro y a veces más bailable, entre los que destacaron Crepúsculo, Alta tensión, Ojalá estuvieras muerto o, ya hacia el final, De momento abril.

La canción más emotiva de la noche, no obstante, la interpretó a capela el público: Cumpleaños feliz dedicado a una cantante con mucho que celebrar este año que recibió de manos de sus amigos un ramo de flores en pleno concierto.

Para los bises quedó la joya de la corona: Poderes extraños. Tema que cantó a la par con un público totalmente entregado que aún disfrutaría de un regalo más, Sentido común, tema que interpretó, cerrando el círculo, nuevamente en solitario sobre las tablas madrileñas.

Todavía bendecimos el día en que decidió hacer caso a J y cambiar la pintura por la música.

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