MAGNUM – Sacred Blood “divine” lies

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Como un viejo amigo que nunca sobra

Magnum es una banda de culto. Dícese de esas bandas (las de culto) que son aquellas que nadie declara como su grupo favorito, pero que en general nadie detesta, al contrario: generalmente todo el mundo dice, con la boca pequeña o grande, que le gustan.
Los poco a poco y a golpe de pico y pala convertidos en leyendas vivas y activas del rock Bob Catley y Tony Clarkin, ya han publicado con este ocho álbumes de estudio desde el hiato que duró desde 1995 hasta 2002. Esta segunda juventud, por así decirlo, nos ofrece ahora el decimonoveno disco de estudio de esta veterana banda, con trece temas en los que, aunque la cosa no mata, no se puede decir que no esté bien. Ese es el sino de Magnum: salvo honrosas excepciones, no te ponen el pelo de punta, pero siempre, siempre, están bien, como un gato que siempre cae de pie.
La guitarra de Clarkin es un gusto, como siempre, y escuchar cantar a Catley es siempre un placer. Los fijos desde el reinicio de la banda Mark Stanway (teclados), Al Barrow (bajo) y Harry James (batería) también están perfectos: Don’t cry baby, el medio tiempo Your dreams won’t die y Crazy old mothers son perfectas muestras del auténtico sonido Magnum. Que siempre viene bien.

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