ILEGALES

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Tan incombustibles y contundentes hoy como ayer
Texto y fotos: Javi G. Espinosa
25 Mayo 2019, La Riviera (Madrid)

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Quién iba a pensar hace treinta años que Jorge y sus Ilegales iban a estar dando guerra a estas alturas, bien entrado ya este siglo. Y en tan buena forma, además. Mientras otros grupos de su época sucumbieron hace lustros y unos pocos aún andan por ahí sacando partido a su repertorio de entonces, estos bárbaros del norte siguen componiendo y grabando furiosas e incisivas tonadas que no dejan títere con cabeza. Como entonces, sin perder la vigencia ni la coherencia. 

Después de haber vendido todo el papel en su anterior visita a Madrid, hace apenas seis meses en la presentación de «Rebelión» (su más reciente criatura, de título bastante esclarecedor), los asturianos han vuelto a superarse llenando otra vez La Riviera, situándose en los últimos tiempos de nuevo entre las más grandes bandas de rock de este país – si es que alguna vez dejaron de serlo. Es como si el mazazo de haber perdido a Jandro y la recuperación de Willy para la causa hubieran obrado una milagrosa regresión de tres décadas, porque esta formación mantiene el pulso y la rabia de aquellos tiempos, igual con un punto menos de locura, pero con más aplomo y experiencia, y sin perder un ápice de precisión ni de contundencia sonora en la ejecución de los temas. 

Sonaron muchos clásicos, sí, pero sin dejar de lado las composiciones actuales, que ya se han integrado con total naturalidad en su extenso repertorio: unas treinta canciones tocaron en un par de horas muy, muy intensas. La formación de cuarteto, con Mike Vergara alternando la guitarra y los teclados, permite tocar temas que solo con guitarra, bajo y batería no serían iguales, o no serían posibles, como ese brutal «Ángel exterminador». Hasta recordaron alguna joya de sus tiempos más lisérgicos, como «En el pasado» («eran divertidos los tripis«, recordaba sonriente Jorge). 

Un Jorge jovial y locuaz, que sigue llevando la socarrona voz cantante, por supuesto, asombrando por su energía y su vitalidad, alimentando ese mito del vampiro que se niega a envejecer, y la verdad es que se le ve francamente saludable y motivado para seguir barbarizando, ofendiendo y provocando a los bienpensantes y reaccionarios. Su pluma sigue siendo afilada y certera, y su guitarra despiadada. Hasta nos dio, antes de despedirse, su bendición ilegal, algo que según dijo «está funcionando bastante bien«. ¿Las pruebas? Habrá que ver: si gracias a ella conseguimos llegar a su edad con sus mismos bríos, no cabe duda que la cosa funciona. Hasta entonces, esperemos poder seguir disfrutando del rock visceral de este insobornable vampiro y sus indómitos secuaces.

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