KEANE
El efecto de Keane
27-01-2020
La Riviera (Madrid)
Redacción y fotos: B.H. Viloria
La nostalgia es muy poderosa, y puede que la banda británica Keane no sea consciente de hasta qué punto ese Somewhere only we know, el sencillo con el que se presentaron cual apisonadora allá por 2004, quedó grabado a fuego en el imaginario colectivo en general y en el español en concreto. En su reciente reencuentro con una sala madrileña, Keane volvió a ser testigo del efecto, no solo de esa canción, sino de toda su discografía hasta la más reciente entrega, y seguramente se iría a casa intentando descifrar la causa exacta.
Cause And Effect (2019) es precisamente el título que ha traído de vuelta a Keane a los escenarios, los cuales no pisaban desde sus últimos conciertos de 2013. Después de agotar entradas para su fecha dentro del ciclo Noches del Botánico el pasado mes de julio, repitieron hazaña hace unos días en La Riviera, con todo el papel vendido desde hacía meses. Ya conocían los de Battle este rincón de la ribera del Manzanares –allí presentaron en 2008 su tercer álbum, Perfect Symmetry– y más de una cara les sonaba de las primeras filas de un público ansioso que recibió a Tom Chaplin, Tim Rice-Oxley, Richard Hughes y Jesse Quin entre aplausos y vítores.
Con You’re not home, tema que abre Cause and Effect, arrancó una velada de dos generosas horas en las que Keane demostró que sus últimas composiciones encajan a la perfección con su extenso repertorio. Un radiante Tom Chaplin al frente saludó en español y el estruendo en La Riviera fue mayúsculo. Sus compañeros y él se miraban, sonrientes, aún habituándose nuevamente y felices al darse cuenta de que sus seguidores nunca dejaron de esperarles. Así los temas del que hasta ahora había sido su última entrega, Strangeland (2012), como Silenced by the night, fue cantada por el honorable a viva voz. También Everybody’s changingo Is it any wonder?, y lo mejor era saber que aún quedaban muchos caramelos por lanzar.
Entre las más de 2.000 almas que gozaron en La Riviera, nos reconocíamos unos y otros en aquellos veinteañeros a los que Keane dio fuerte con aquel Hopes & Fears (2004) junto a padres con adolescentes a los que iniciar en su música. A ellos les contó Tom Chaplin cómo se fraguó el regreso antes de mostrar que su voz está en plena forma en la solemne Strange Room. El combo Disconnected y Bend & Break fue especialmente emocionante, antes de dar paso a “la primera canción que pensamos que merecía la pena”: She has no time.
La reciente The way I feel nada tuvo que envidiar al efecto de Spiralling y de la fiesta pasaron a la intensidad épica de Bad Dream, con los tres componentes originales (Tom, Tim y Richard) reunidos en torno a dos pianos, como antaño. Metidos de lleno en Under the Iron Sea (2006), mostraron las dos caras de una misma moneda: Try Again al desnudo, únicamente acompañada del teclado de Tim, y Nothing in my way, comandada por la batería de Richard y cantada a coro en La Riviera.
Rozando la hora y media de concierto, Tom andaba cada vez más desatado, al igual que el honorable con This is the last time. Y aunque parecía haberse quedado vacío tras la épica de la emotiva Bedshaped, sin tregua engancharon los ingleses con ESA canción. Móviles arriba y todos los asistentes unidos por el mismo sentimiento, el que solo puede provocar Somewhere only we know.
Una retirada en lo alto que no sería fácil de retomar, pero Keane aún tenía ases en la manga. Si bien no parecía necesario encadenar Atlantic con unos versos de Bohemian Rhapsody de Queen, no por ello fue menos disfrutable. Mejores fueron Crystal Ball y Sovereign Light Cafe como broche final a 120 minutos casi ininterrumpidos de canciones, de recuerdos y de reencuentro con una banda en plena forma que sabe manejar su cancionero tan bien como las emociones. Y que no ha perdido ni un ápice de su efecto sobre el público español.