SUPERSUCKERS + MACARRONES

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Supersuckers, la resistencia sonora en los subterráneos del rock and roll
Texto y fotos: Javi G. Espinosa
23 Febrero 2020, Gruta’77 (Madrid)

Cuando Lemmy dijo «si no te gustan los Supersuckers, no te gusta el rock and roll» no sólo estaba dándoles su bendición sino que, de alguna forma, estaba designando también a su sucesor. Y es que probablemente no haya nadie que merezca tanto como Eddie Spaghetti mantener esa simbólica posición de abanderado y predicador del rock más auténtico, sucio, grasiento, ruidoso y salvaje. Muerto Lemmy, a ver quién les discute ese título de «Greatest Rock and Roll Band in the World». Aunque nunca hayan sido una banda de cifras desorbitadas a la hora de vender discos o llenar grandes recintos. Ni falta que les hace. Lo suyo es otro juego, el de los garitos donde se comparte el sudor con el público, el de los espacios cercanos y sin toda la artificiosa parafernalia del rock de estadios. Ese es su sitio natural, compartiendo escenario en muchas de las ocasiones con modestas bandas locales, para las que es un auténtico honor figurar en el mismo cartel que esta banda ya legendaria.

En esta ocasión, los afortunados fueron Macarrones, una banda madrileña con veinte años de carrera ya a sus espaldas, y fans de Supersuckers desde sus comienzos, que se mostraron más que orgullosos de abrir para Eddie y sus chicos. El cuarteto local descargó en menos de una hora buena parte de sus temas propios y un par de guiños al pop de los ochenta, debidamente sacudidos y pervertidos. Un buen arranque para una noche que acabó siendo redonda.
A las diez en punto empezaba a sonar la introducción para presentar al trío norteamericano, que salió decidido a echar la sala abajo a base de volumen, actitud y canciones que son ya himnos para su afición.

Los más optimistas no esperaban que llegaran a tocar ni una hora, pero alguien debió haber que tuvo fe suficiente, y sus plegarias fueron escuchadas, porque Eddie y compañía estuvieron más de ochenta minutos en escena, levantando el pie del acelerador lo justo para dar las gracias, echar un trago o hacer algún pequeño ajuste en ese equipo y esos instrumentos cuya solera es más que evidente. Mucho polvo de tantos caminos recorridos, y muchas cicatrices de tantas noches subiendo y bajando de escenario en escenario. Más de treinta años de oficio y andanzas se notan, pero ahí sigue Mr. Spaghetti, presentándonos nuevas canciones después de superar numerosos cambios en la formación, grandes decepciones profesionales y graves problemas personales de salud, y sigue poniendo el volumen al once para sacudir allá donde vaya a esos fieles seguidores, que son quienes hacen posible que esa maravillosa locura en la que se embarcó hace más de tres décadas siga navegando.

Algo tienen que ver en ello también sus actuales secuaces, que llevan ya un largo tiempo a su lado: dos bestias pardas como Metal Marty Chandler a la guitarra y Captain Chris Von Streicher en la batería, con los que Eddie dice haber conseguido la mejor alineación que ha tenido nunca. Y probablemente no se equivoque. Mejor compañía no podía haber buscado. Pero el alma de la banda está claro quién es.

Nacer para perder, y vivir para ganar. Si él no es el más digno heredero del espíritu de Lemmy, ¿quién coño lo es? Larga vida a Eddie Spaghetti, y a sus fabulosos Supersuckers.
 

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