Wizink Center, Madrid   30-03-2022

Texto y fotos: Álex García

 

Qué mejor plan para un martes lluvioso en la capital, que visitar el Wizink Center para disfrutar de algo diferente: un concierto de Van Morrison. Y sí, muy diferente. Para empezar nada de pantallas (ni grandes, ni pequeñas) nada de grandes escenografías y nada de juego de luces.

 

 

Van Morrison se presenta sobre el escenario de los grandes recintos, cómo si estuviera tocando ante 100 personas en club de jazz, toda su banda juntita alrededor suyo, luz blanca y a darlo todo. Impresionante la sonorización, pocas veces se escuchan de manera tan clara y definida todos los instrumentos y voces en un concierto. Además el volumen es el óptimo para que el público esté en silencio, para no perder detalle alguno. Queda claro que eso es parte de lo que ofrece Van Morrison junto a su banda. Ahí comienza la magia.

 

Magia que se hizo perceptible puntualmente a las 20.30 de la tarde, con los acordes de “Caledonia Swing”, para pasar a “Latest Record Project” y tras un par de temas llegar a la archiconocida “Days Like This”.

 

Curioso que en ningún momento hubiera un saludo, unas palabras hacia el público, así es él, viene a tocar, no a hablar, y cuidado con equivocarse…

 

 

Tema tras tema, Van Morrison convirtió el concierto en una sucesión encadenada de blues, rock, solos imposibles, duelos con la corista, en definitiva un tremendo y sincero espectáculo. Uno de los puntos más fuertes del concierto fue con “Cleaning Windows / Be-Bop-A-Lula”, que manera de “rockandrollear” tan elegante.

 

Cómo casi siempre con Van Morrison hubo su momento para las versiones con “The New Symphony Sid (Lester Young), “Laughin’ and Clownin’ (Sam Cooke), “I Can Tell” (Bo Diddley), “Think Twice Before You Go” (John Lee Hooker) y “Help Me” (Sonny Boy Williamson), sin olvidarse de rescatar su querida harmonica en “ Baby, Please Don’t Go / Don’t Start Crying Now / Got My Mojo Working”.

 

No podía ser de otra manera, el de Bealfast terminó el concierto en todo lo alto, con “Brown Eyed Girl” y la tarareada “Gloria”, con la que Van Morrison abandonó el escenario dejándonos disfrutar de la banda al completo, con solos de sus miembros incluidos.

 

Toda una delicia el poder disfrutar de una leyenda viva, debía ser asignatura obligatoria para cualquier amante de la música.

 

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