Palacio Vistalegre, Madrid

8-5-2022

Texto: Óscar Chaves

 

Tres años, una mortífera pandemia y una guerra en territorio europeo nos separan de aquel remoto diciembre de 2019 en que visitaron por última vez España TobiasForge y sus ghouls y ghoulettes; o lo que es lo mismo, la banda sueca Ghost. Esta secuencia de acontecimientos funestos que parecen sacados del argumentario de la banda, junto a la postergación de tantos eventos musicales no ha hecho más que aumentar el deseo del público madrileño, que se entregó con fruición una vez más al placer sensorial del espectáculo en una noche de domingo que, gracias a la magia de la música, cobró apariencia de viernes.

 

A diferencia de la cita anterior, que tuvo lugar en el WiZink Center -o Palacio de los Deportes para los románticos como el que suscribe-, el Palacio de Vistalegre fue el recinto que acogió esta vez la negra homilía. Y si en aquella ocasión las bandas encargadas de abrir fuego fueron Tribulation y All Them Witches, esta vez la responsabilidad corrió a cargo de Twin Temple, con su satanic doo-wop, y de los muy esperados Uncle Acid & the Deadbeats. Especialmente celebrada fue la propuesta de occult rock con impronta stoner de esta banda de Cambridge que desde hace siete años no se prodigaba por tierras hispanas. Con joyas como 13 Candles o I’ll Cut YouDown, y un sonido denso de guitarras enfurecidas, regalaron los oídos del público madrugador.  


Con puntualidad noreuropea salieron a la palestra los actuales dueños del trono del shock rock que antaño ostentasen Alice Cooper o Kiss, el pionero Arthur Brown o el más cercano Marylin Manson. El estado de forma de la banda es encomiable y la calidad del producto que ofrecen, un heavy metal de escucha fácil vinculado estéticamente a los años 80, inmejorable. Desde la misma apertura con Kaisarion y su riff de cuerdas al aire al más puro estilo de la NWOBHM, la congregación madrileña supo que lo que iba a acontecer iba a ser una fiesta sin paliativos. Siguiendo con Rats, que abre su exitoso Prequelle (2018), y From the Pinnacle to the Pit, perteneciente a Meliora (2016), la mezcla de sonido -algo confusa en un principio, como acostumbra a ocurrir en el coso carabanchelero– fue poco a poco ganando en calidad.  


Forge conoce bien los códigos del espectáculo del rocanrol y cada gira suma nuevas piezas a una maquinaria perfectamente engrasada. Ocho músicos brillantes, ataviados con cascos y trajes steampunk, acompañaron al frontman, que fue mutando su apariencia visual desde el dandy romántico al vampiro decadente, cerrando con chaqueta de lentejuelas como si de una estrella de Las Vegas en horas bajas se tratase. Pero sus virtudes no se quedan en lo estético, como pudo comprobarse gracias a un repertorio lleno de clásicos como The Ritual, He Is, la instrumental Miasma -con resurrección del Pope Nihil incluida- y la traca final: Enter Sandmancover de Metallica-, Danse Macabre y Square Hammer, acompañadas de toda la pirotecnia y la pompa a la altura de un fin de fiesta de excepción.

 

Sin perder el sentido del humor que siempre ha caracterizado al proyecto y a su frontman desde que presentaran en España su Opus Eponymus bajo el sol del festival Sonisphere hace ya una década, la dimensión espectacular que cobra la banda en cada uno de sus conciertos es un paso significativo hacia adelante en una carrera ya consagrada. Esperamos seguir celebrándolo por mucho tiempo.

 

 

 

 

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