18º ANIVERSARIO DEL MOBY DICK

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La ballena se ha hecho mayor

El 26 de Marzo de 1992 se produjo un hecho insólito en Madrid que sin embargo, en un año de tantos y tan magnos acontecimientos en España, no tuvo mucha repercusión: en pleno corazón de la capital, cerca del Estadio Bernabéu y muy lejos del mar más cercano, pocos repararon entonces en que había aparecido una ballena varada a orillas del Paseo de la Castellana, en la Avenida del Brasil. Y además no era una ballena cualquiera: se trataba ni más ni menos que de MOBY DICK, el legendario cetáceo blanco que crease la imaginación de Herman Melville; aunque esta reencarnación del animalito no parecía tan amenazante como la que todos conocíamos, pues nos permitía adentrarnos en su interior a través de su blanco lomo para encontrarnos por sorpresa en el interior de un particular y sorprendente barco, todo de madera, dispuesto para acoger diferentes alternativas de ocio, especialmente conciertos de música en directo.

Hoy han pasado ya dieciocho años desde que Daniel Castillo y Alberto Delgado se encontrasen con la posibilidad de emprender una travesía desde su pequeño y popular local de copas, la “cueva” de FRAGEL ROCK, hasta allende el asfalto en una zona de reputación bastante dudosa por entonces (bueno, más que dudosa, realmente mala) para desembarcar en lo que había venido siendo un conocido local de alterne – uno de tantos que había en la zona – con el curioso nombre de San Brasil. Parecía entonces un atrevimiento, casi una osadía, apostar por una espacio de música en directo en semejante entorno; pero el tiempo (acompañado, todo hay que decirlo, de un gran esfuerzo y muchísima ilusión) ha acabado dándoles la razón y ahora está zona es, gracias a pioneros como ellos, un referente de la escena nocturna madrileña con varios locales en pocos metros, destacando entre todos ellos con luz propia la hermosa ballena blanca.

Poco a poco pero desde muy temprano, Moby Dick se fue haciendo con una clientela fiel y una reputación de sala con ganas de programar música de calidad. Ante la limitación inicial para conseguir grandes nombres que pudieran atraer al gran público, su principal vocación – que nunca han perdido a lo largo de los años – fue la de ayudar a los grupos que empezaban y merecían la pena. Aquí veíamos por entonces a unos todavía prácticamente desconocidos M Clan que se impacientaban por ver publicado su primer disco; y a Dover ante una sala casi vacía antes de llenar grandes recintos; y a Los Coronas cuando lo de la música surf sonaba aún a chino por estos lares (no había llegado Tarantino con “Pulp Fiction” y el impacto de “Misirlou”), y a tantos y tantos… Muy pocas veces se han equivocado, y eso nos da la seguridad de que algunos de los grupos que hoy se empiezan a anunciar allí sin que nadie les conozca, aunque no sepamos aún cuantos ni cuales, sin duda verán sus nombres un día en lugares destacados de grandes carteles, y a eso habrá contribuido una vez más esta sala.

A medida que crecía su fama, comenzó a albergar eventos más sonados protagonizados por nombres más conocidos, consolidándose como una de las salas de aforo medio (puede dar cabida a 350 personas) más activa y atractiva de Madrid: menos los domingos – el séptimo día hay que descansar – todas las noches abren sus puertas hasta la madrugada para ofrecer una media de quince a veinte actuaciones cada mes, en las que tienen cabida todos los estilos e intérpretes. Lugar excepcional para disfrutar de la música en vivo, a la propia estructura de madera desde el suelo hasta el techo (algo poco frecuente y que ya de por si ofrece unas excelentes condiciones de sonido) hay que añadir la gran calidad del equipamiento técnico y la acreditada solvencia de los responsables de su manejo. Esto se complementa con todo un equipo humano que supera la veintena de personas trabajando directamente en la sala, más otras tantas que se ocupan de todo el entramado que implica la gestión de esto que actualmente se ha transformado en toda una corporación como es ya el Grupo Moby Dick, que aglomera media docena de locales (incluyendo al vecino Irish Rover – con el que durante un tiempo compartió una estupenda terraza que, desgraciadamente, pasó a la historia).

Desde Moby Dick, a la vez que a la música en si, también se han apoyado siempre las iniciativas solidarias y se ha colaborado con numerosas organizaciones benéficas como Intermón Oxfam o la Fundación Gomaespuma, a las que habitualmente apoyan sirviendo de escenario y altavoz para sus actos y eventos, periódicos o puntuales (uno de los últimos, en beneficio del terremoto en Chile). También han sido pioneros en iniciativas como La Caja de Música – conciertos para jóvenes de entre 14 y 18 años, a precios asequibles para los chavales, en horarios diurnos y sin alcohol ni tabaco para que este sector del público pueda ver también a los artistas que por las noches, en el mismo escenario, no podrían disfrutar sin las habituales restricciones administrativas. Además, siempre les ha gustado montar animadas fiestas con los más diversos motivos: los Inocentes (con la habitual presencia de Los Petersellers), Carnaval, Halloween… Cualquier pretexto es bueno para una celebración en Moby Dick; pero sobre todo siempre se han esmerado y se han volcado para celebrar sus aniversarios cada vez de manera más espectacular; y es que aquí no duran unos días sino un mes entero, por lo menos…

Este año han celebrado su mayoría de edad por todo lo alto, sucediéndose durante el mes de marzo conciertos con nombres como Cornershop, Heavy Trash, Layabouts, Mendetz o The Sunday Drivers – otro de los grandes grupos nacionales que daban aquí sus primeros pasos y ahora tienen ya cuatro álbumes y un gran prestigio fuera de nuestras fronteras. Estos ya ilustres toledanos fueron precisamente los elegidos para cerrar el 25 de Marzo la Fiesta del 18º Aniversario. Una buena elección, a juzgar por la demanda de invitaciones y por el éxito del concierto – confesaré, aunque a alguno le den ganas de matarme cuando lo lea, que después de tener una de las codiciadas entradas no pude llegar a tiempo de verles por culpa de otros compromisos, y todavía estoy lamentando habérmelo perdido, más ahora que acaban de anunciar su inminente separación.

Sería imposible recordar a todos los artistas que por aquí pasaron alguna vez, y han sido muchos los momentos inolvidables, irrepetibles, especialmente emotivos que aquí se recuerdan, como la reaparición sobre los escenarios del añorado Antonio Vega, que en el 2004 retomó aquí sus actuaciones en vivo, o la primera reunión de Glutamato Ye Ye en 1998, diez años después de su separación; también se recuerda la presencia de ilustres figuras foráneas en la sala, como Marky Ramone y Ken Stringfellow, junto a Mike Mills (REM) que respectivamente y, dentro del ciclo de recitales benéficos El Último Concierto del Año, realizaron actuaciones memorables. A estas alturas, es casi más fácil hablar de los grupos que aún no han pasado por su escenario que tratar de enumerar los que han pisado sus tablas y las han hecho resonar con sus voces y sus instrumentos; pero lo mejor es pensar en todos los que aún nos quedan por descubrir en años venideros, que sin duda han de seguir siendo muchos y muy buenos.

A sus dieciocho primaveras, Moby Dick tiene toda una vida por delante, aunque lleve acumuladas no pocas vivencias en esta ya larga andadura. Daniel y Alberto, junto con todo su imprescindible equipo de colaboradores, apuestan por mantener el espíritu que tan buenos resultados les ha ido dando a lo largo de este tiempo. Seguro que no van a conformarse sólo con mantener el listón, sino que harán lo posible por engrandecer aún más a su querido coloso blanco, al que vemos nadar firme en las difíciles aguas de los locales dedicados a la música en directo y al que deseamos una vida tan larga como corresponde a los de su especie: la de los emprendedores que creen en lo que hacen y que luchan por sus convicciones, persuadidos de que apostar por la calidad y la honestidad es la mejor manera de lograr el éxito en lo que te propongas.

MOBY DICK CLUB
Avda. del Brasil, 5 28020 Madrid
Lunes a Miércoles de 23 (*) a 3 h.
Jueves a Sábado, de 23 (*) a 6 h.
(*) 21 h. si hay concierto

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