NORTH MISSISSIPPI ALLSTARS

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De como vestir bien el blues

Madrid recibió con un llenazo por todo lo alto (enhorabuena The Mad Note!!) a la banda de los vástagos del gran Jim Dickinson, Luther y Cody, véase  NORTH MISSISSIPPI ALLSTARS.  Y quien diga que el boca a boca no funciona está equivocado, porque ya se comentaba por los mentideros de palacio de lo bien que se lo montan estos perros del boogie encima del escenario, ya sea en versión dueto o trío. Y eso fue lo que hicieron en el segundo concierto de su gira europea, un show como mandan los cánones: dos horas largas, divertido y ameno, sin parones excesivos entre canción y canción y con una intensidad endiablada de  estos herederos de la mejor tradición musical norteamericana. Percusión a tutiplén, cambios de instrumento entre ellos (no muy del agrado de los más puristas del género),  sonido cajun amplificado de la tabla de lavar, el slide de joyas como  «Mean Ol’ Wind Died Down» y «Up Over Yonder”, y el uso del “lowebow” (instrumento de cuerda cuyo cuerpo está formado por una caja de puros), son sólo un  ejemplo de lo que son capaces de mostrar encima del escenario.

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Los Dickinson, acompañados esta vez por el bajista Lightnin’ Malcolm y que también ejerció de ameno telonero “one man band”,  presentaban su séptimo disco «World Boogie Is Coming«, más volcado en el acercamiento a la música de New Orleans, y como tal tiraron de su repertorio destacando  la inicial “Turn up Satan” o “Meet me in the city”.  Es indudable que la intensidad de la banda crece en formato trío, dando cada vez más relevancia a la contundencia de la percusión, brillando  composiciones como “Shake ‘em on down”,  “Po Black Maddie” o “Skinny woman” donde Luther puede excederse  hasta el infinito y parecer que está tocando con los Allman Brothers en San Francisco.

Resultan curiosas las inevitables “comparaciones odiosas” de meterlos en el mismo saco de otras bandas que han jugueteado con el género: desde The White Stripes a los Black Keys. Y, evidentemente, poco hay que comparar. Si unos buscan deconstruir el género, con todo su derecho del mundo, para emergerse en la modernidad, los hermanos Dickinson se dedican a “vestir” de la mejor manera posible la tradición. Además, tienen dos elementos que les permite conjugar de mil maneras posibles el estilo. Primero, su virtuosismo para manejarse con facilidad en el alambre y segundo, su capacidad para componer buenas canciones.

Acabaron tocando el bombo entre el público y todos con una sonrisa de oreja a oreja mientras el boogie se apoderaba de nuestro cuerpo. ¡Danzad, danzad malditos!

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