FUEL FANDANGO

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Corazón electrónico, alma flamenca

A pesar de haber recorrido ya varios continentes presentando sus dos álbumes, era la primera vez que Fuel Fandango se presentaban en Burgos y la expectación era grande, con una sala llena hasta arriba de público bastante dispar, en cuanto a apariencia y en cuanto a edad – incluyendo chavales de apenas diez años que desde la primera fila no dejaban de cantar cada canción. Una cosa muy saludable, por cierto, ver a los más jóvenes disfrutar así de la música en vivo, cosa que en otras partes de la geografía española, lamentablemente, es imposible ver en este tipo de recintos por culpa de absurdas prohibiciones.

Pero dejando aparte estas reflexiones en voz alta, vamos con lo que nos toca: la fuerza y la magia que provocan la combinación de la experta mano del canario Ale Acosta creando atmósferas sonoras (no en vano, quien fuese guitarrista de Mojo Project se ha ganado una envidiable reputación produciendo y mezclando a multitud de gente, desde Morente a Chambao o Muchachito) junto con la energía escénica y el sentimiento que transmiten la voz y la actitud de la cordobesa Nita, reforzados en vivo por una potente base de bajo y batería. Canciones que mezclan ritmos bailables de raíz negra con cadencias electrónicas y guitarras afiladas, donde se funden el soul y el funk con los quejíos y el duende. Una potente sinergia de melodía, acordes y beats que llega a la vez a la cabeza y al corazón, golpeando como un latido de alegría que te incita a seguir su son.

En directo se hace mucho más evidente la intensidad de sus composiciones, y Nita tiene una buena parte de la responsabilidad, creando esa escenografía de la que ella misma es sin duda el elemento central y primordial: sus gestos y sus poses, esos ojos y esas manos, los arranques que tan pronto la hacen empuñar con arte el abanico como aporrear con furia un bidón, poniendo la misma entrega y convicción en todo momento. Pero sobre todo esa voz, que te estremece igual en inglés que en castellano, porque los sentimientos no entienden de idiomas.

Alternando temas de “Fuel Fandango”, su primer álbum, con las del reciente “Trece lunas” que están presentando en esta gira, nos ofrecieron un estimulante espectáculo de hora y media que acabó siendo una fiesta en la que los asistentes participaron de lleno, cantando y bailando todas las canciones, y poniendo el calor necesario para que el color de la música resultase mucho más vivo y brillante. Con las recíprocas muestras de agradecimiento desde arriba y desde abajo del escenario se cerró una velada que será memorable para muchos, y seguramente de forma muy especial para ese chavalín al que el batería Carlos Sosa premió al final con las baquetas que había usado, como recuerdo de una noche de arte y diversión para todos los públicos y todas las edades.

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