THE TWILIGHT SAD

Tras su paso por Barcelona, el pasado martes llegaban a la sala Moby Dick de la capital los escoceses The Twilight Sad. Mala puntería la de los chicos liderados por James Alexander Graham, que tuvieron que competir con los cuartos de final de la Champions League que en ese mismo momento enfrentaba al Atlético de Madrid y al Real. Un partido que muy posiblemente afectó a una actuación que no fue capaz de congregar más de media entrada en la pequeña sala de la avenida de Brasil.

El trío de Glasgow, al que se unen en directo (desde hace algo más de cuatro años) Johnny Docherty al bajo y Brendan Smith a los teclados, empezó defendiendo su último disco, Nobody wants to be here and nobody wants to leave, del que interpretaron las dos primeras canciones, There’s a girl in the corner y Last January, con Graham retorciéndose en torno al micrófono y el resto de la banda cumpliendo con solvencia y, posiblemente, cansados tras la actuación catalana y el viaje a Madrid.

No quisieron dejarse ningún tema en el tintero los británicos, que hicieron un completo repaso de sus cuatro discos hasta la fecha, incluyendo, entre otras, That Summer, at Home I Had Become the Invisible Boy y And She Would Darken the Memory del disco Fourteen Autumns & Fifteen Winters, I become a prostitute y Seven years of letters de Forget the night ahead o Don’t move y Alphabet de No one can ever know.

El concierto, no obstante, se hizo corto. Demasiado corto. Con esta costumbre suya de vaciarse sobre el escenario durante algo más de una hora en la que las canciones se suceden con pocas pausas y breves parlamentos y no ofrecer ni un solo bis, los acordes de And she would darken the memory, la última canción de la noche, llegan antes de tiempo y la marcha de los músicos a los camerinos más pronto de lo que debiera.

Era, como recordó el cantante, su primera visita a Madrid, y aunque musicalmente estuvieron impecables, quizás debieron intentar dejar el listón un poco más alto y estirarse con un público, como demostró la entrada, al que todavía tienen que ganarse en la capital.