Qué larga espera para que volviera el Robe a sacar canciones a la calle. Los motivos de su vuelta, él los sabrá; probablemente tampoco importan. El caso es que ya tenemos aquí La Ley Innata. El extremeño vuelve a cabalgar a lomos del inconformismo y saca un CD con seis canciones, un total de 45 minutos. Una especie de obra conceptual cuyos temas podrían formar uno solo, como ya hiciera en La Pedrá, pero que quedan divididos a efectos del CD solamente. Solamente este tipo es capaz de sacar un disco de rock y poner en la portada una cita de Cicerón.

Abre fuego el ya escuchado “Dulce introducción al caos”, muy en la línea de ese Pedrá. Un tema que parte de la tranquilidad para ir soliviantándose, al puro estilo Extremoduro de los últimos años, mucho más depurado que aquel demoledor “Rock Transgresivo” que puso patas arriba el panorama del rock estatal en su momento. Probablemente de lo mejor del disco.

Después, un “Primer Movimiento: el Sueño” con principio acústico que se une con la introducción, muestra a estos EXTREMODURO que con el tiempo se han tranquilizado musicalmente y han suavizado el discurso, al menos formalmente. Esa es una de las novedades de esta Ley Innata: la habitual mezcla de poesía sublime y grosería ha quedado reducida y se encuentran pocas expresiones brutales. Aun así, este movimiento suena a la banda, endureciendo su sonido a mitad del tema (de 6 minutos), para volver al reposo y volver a retomar la caña hacia el final, uniéndose al “Segundo Movimiento, Lo de Fuera”, otro de los momentos cumbres del disco por la ambición musical de Robe (que tampoco es PINK FLOYD, pero bueno), con momentos magníficos, donde el de Plasencia busca registros con su voz desde el intimismo hasta lo salvaje.

“El Tercer Movimiento” el más rápido, es “Lo de Dentro”, más similar a aquellos tiempos de “Somos unos animales”, acelerado y con ese toque macarra que también se puede esperar de él.

“El Cuarto Movimiento, La Realidad” retoma los temas musicales de la obra, con coherencia y reelaboración, con nuevas guitarras acústicas y un tono en las letras donde alcanza momentos de lo más sublime del trabajo. Pone las bases este tema para ir finiquitando el asunto, pero por desgracia añade Robe otro tema. Si en LPs anteriores había algún tema más de vacile que otra cosa (esos finales con Manué), aquí se lanza a un intento de flamenco, “Coda flamenca, Otra Realidad” que es difícil de aceptar. Robe no es cantante de flamenco, está forzado y la broma esta vez dura demasiado, pese a que el desarrollo instrumental sea de nuevo excelente. Probablemente es una pequeña mancha en uno de los discos más originales que se ha editado dentro del rock estatal desde hace tiempo. Un trabajo que sabe reunir el espíritu de EXTREMODURO, pero dando una soberana lección a todas las sucursales musicales que les han ido saliendo en los últimos años. Esto es ponerse manos a la obra y recuperar el tono de la banda, sin repeticiones ni autohomenajes. Para bien o para mal.

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