Diecisiete años han tenido que pasar para que The Four Horsemen se hayan reencontrado a sí mismos. En ese tiempo ha pasado de todo en sus vidas tanto personales como profesionales, pero lo que muchos llevábamos pidiendo nos lo acaban de ofrecer en su noveno disco de estudio. Un regreso a su pasado más glorioso con canciones que pudieran haber sido escritas en la década de los ochenta.

Un disco largo, pero concentrado en diez temas con una media de siete minutos de duración en los que consiguen su objetivo, emocionarnos con la vuelta de las guitarras pesadas, los solos y la batería acelerada. Es evidente que ha pasado el tiempo y donde más se nota es en la voz de James Hetfield más suave y menos áspera, pero que sigue la evolución marcada en los últimos años.

“This Was Just Your Life” es un comienzo marca de la casa, mientras que “The End Of The Line”, deudora de “Creeping Death”, pero con muchos más cambios de ritmo (la parte final, primero relajada y luego agresiva es brutal con ese estribillo, “the slave becomes the master”) deja claro la intención de deslumbrar en la “cara A” del disco.

“Broken, Beat & Scared” es quizás la que más puntos de conexión tiene con el ‘Black Album’, y donde por primera vez se escucha el bajo de Robert Trujillo (que parece igual de escondido que el de Newsted en ‘…And Justice For All’).

El single, “The Day That Never Comes”, suena a clásico instantáneo. Una balada al estilo de “One”, con un video también antibelicista. Uno de los pocos peros del disco es que el trabajo de Kirk Hammett no luce en exceso, con solos que en muchos casos no llegan al nivel de la composición, pero que desde luego son fácilmente identificables de los de cualquier otro guitarrista.

Podríamos calificar a “All Nightmare Long” como la canción sorpresa, esa que no te esperas, pero que te engancha a primera vista, en la que vuelven al thrash puro y duro. En directo puede ser apoteósica. “Cyanide” es otra de esas canciones que impactan por la variedad de registros y cambios de ritmo y que habiéndola visto en directo, puedo asegurar que funciona muy bien.

Lo peor de “The Unforgiven III” es el nombre, ya que no tiene muchos vínculos con sus hermanas. Es una de las baladas más clásicas que jamás hayan escrito y aunque no sea buena, supone un pequeño respiro en la escucha del disco, por que la traca final es importante.

“The Judas Kiss” es la que tiene un estribillo más claro entre los diez temas, uno de esos temas para corear en los concierto y dejarse la garganta. “Suicide & Redemption” recupera el que fuera clásico instrumental durante los primeros cuatro discos de los de San Francisco, aunque sin llegar a las cotas de “Orion” o “The Call Of Ktulu”, y para dejarnos con la sonrisa en la cara, “My Apocalyse”, todo un “Damage, Inc” del siglo XXI.

Han regresado y nosotros que lo celebramos. Al menos cinco temas pueden entrar sin ningún miedo en el repertorio, aún eliminando algún que otro clásico, para quedarse una buena temporada. Uno de los discos del año.


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