THE LORDS OF ALTAMONT

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Rock en estado puro

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30 de Noviembre 2024

Sala Gruta77, Madrid

Texto y Fotos: Álex García

 

El 30 de octubre, la sala Gruta 77 de Madrid se convirtió en el epicentro del garage rock más crudo y visceral con la llegada de The Lords of Altamont, la banda que, desde su formación, se ha ganado la fama de ser una de las fuerzas más imponentes del rock’n’roll. En una noche cargada de energía y actitud, el grupo ofreció un espectáculo que, aunque breve, dejó una huella imborrable en todos los asistentes.

A medida que el reloj avanzaba, la sala se llenó del público más rockero de la capital.

Cuando los primeros acordes de guitarra rasgaron el aire, la sala estalló en un rugido de aplausos. The Lords of Altamont no necesitaban presentación: al instante, el público supo que la noche estaba a punto de tomar un giro hacia lo salvaje. Con su estética rockera retro, entre el garage y el psicobilly, la banda comenzó a desatarse sobre el escenario, ofreciendo un sonido directo y poderoso. El grupo liderado por Jake «The Preacher» Cavaliere no tuvo piedad con su entrega ni con su órgano.

 

El show arrancó con un golpe directo de energía con Born to Lose, un himno que ya se ha convertido en clásico de su repertorio, y no hubo respiro. Guitarras llenas de fuzz y distorsión, junto con la batería implacable llevaron a la audiencia a un viaje frenético, a través de temas de toda su carrera que se alternaron con una rapidez vertiginosa, mientras los asistentes se entregaban completamente al caos organizado por el cuarteto.

El público de la Gruta 77 respondió con el mismo fervor, convirtiendo la pista en un hervidero de movimiento. La conexión era total. La banda, consciente de la magia que estaba ocurriendo en ese pequeño escenario, no dejó de ofrecer lo mejor de su repertorio: ese garage rock crudo, enérgico, con toques psicodélicos y una actitud punk que hace que The Lords of Altamont sigan siendo una de las bandas más singulares de la escena internacional.

 

 

Aunque el set fue relativamente corto, como suelen ser sus conciertos, la banda dejó claro que su misión era transmitir la energía en su forma más pura. Sin discursos ni alardes innecesarios, The Lords of Altamont entregaron lo que mejor saben hacer: rock auténtico, sin adornos, sin filtros.

En definitiva, el concierto fue un espectáculo visceral, directo, sin concesiones, que dejó a todos los presentes más que satisfechos.

Si algo quedó claro esa noche es que el espíritu del verdadero rock sigue vivo, y siempre será de la mano de bandas como The Lords of Altamont.

 

 

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