DEEP PURPLE

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Buen concierto de Deep Purple lastrado por la escasa asistencia y la falta de voz

Tardaron muchos años en venir por primera vez a Espana. Tuvo que ser en la gira del fantastico Perfect Strangers cuando los Deep Purple tocasen en nuestro pais y llenaran el Campo de Futbol del Rayo Vallecano, alla por el verano de 1985. Desde entonces sus visitas son bastante frecuentes y se han convertido en un clasico al que merece la pena ver siempre que sea posible. Con la formacion que lleva años junta, los eternos Paice, Glover y Gillan y los anadidos y perfectamente integrados Airey y Morse, poder disfrutar de canciones que forman parte de la historia de la musica deberia ser siempre un aliciente para los amantes del Rock. Pero en esta ocasion, ya fuera por lo elevado del precio de las entradas, por coincidir con partidos de futbol de los dos equipos de Madrid o por inaugurar oficialmente un otono que viene repleto de conciertos, la asistencia al Palacio de Vistalegre fue muy escasa. Demasiado para una banda tan historica que, a pesar de todo, disfruto sobre las tablas y se sintio arropada en todo momento por un publico en general de mas edad que lo que es habitual en los conciertos de Rock. Para hacer menos incomodo a la vista la floja asistencia el coso de Vistalegre fue enfundado con telas que taparan el graderio y el resultado aparentaba una sala-carpa que, pese a no permitir a los asistentes sentarse, mantuvo un sonido excelente y resulto mucho mas coqueta que lo que podria haber significado mostrar el frio cemento de un graderio vacio. Deep Purple no tienen disco nuevo en el mercado, de forma que el repertorio que iban a desgranar durante la hora y media de concierto haria un repaso de sus exitos mas conocidos, especialmente centrados en los temas que menos castigan la garganta de Ian Gillan. Desde el primer momento con los acordes de Highway to Star ibamos a poder contemplar al mitico cantante sufriendo no solo en los tonos mas altos, sino a lo largo de todas las partes de unas canciones que hace demasiados años que le cuesta muchisimo cantar. Su sufrimiento seria algo menor en los temas de Rapture of the Deep, mucho mas adecuados a sus tesituras vocales actuales, pero menos directos y que obligan a dejar en el tintero canciones que todos sonariamos con ver en directo, como Lazy o Child in Time. A pesar de ello, ver a Deep Purple en accion no deja de ser una maravilla. Glover, el viejo pirata disfrutando con su enorme bajo como si no pasaran por el los años. La majestuosidad de Airey en los teclados, imprimiendo un sabor especial a los sonidos de su Hammond y mucho mas cercano y simpatico que John Lord. La sonrisa permanente de Steve Morse, que no oculta una tecnica impecable y una apropiacion de todos los temas como si hubieran sido escritos por el mismo, por no hablar de su lucimiento en The well dressed guitar, preciosa pieza alejada del clasico solo virtuoso y aburrido. Y sobresaliendo la figura de Ian Paice. Su actuacion fue una clase magistral de como tocar la bateria. En tiempos en los que el doble bombo parece ser la estrella de cualquier baqueteador, en momentos en los que los baterias tratan de destacar, a veces sin sentido, ver y escuchar a Paice es simplemente una delicia. Lastima que The Mule el unico solo de bateria que deberia permitirse en un concierto ya no este en el repertorio. Hasta en eso es modesto. Una lastima porque seguro que todos los habriamos disfrutado con ganas. Las canciones clasicas como Strange kind of woman, Fireball, Perfect Strangers o Space Trucking consiguieron superar el momento algo mas pesado de Wring that neck, descanso obligado para Ian Gillan pero que no deja de parar en demasia el concierto, por mucho que Don Airey intente variarlo incorporando desde la intro de Mr. Crowley hasta aires clasicos. Mucho mas celebradas serian la eterna Smoke on the water, tema imprescindible aunque tocado mucho mas lento de su tempo normal y los bises a cargo de una descafeinada version de Hush y una acertada interpretacion de Black Night con la ayuda del publico que era consciente de que noventa minutos es lo mas que puede conseguirse del cantante que enseno con sus gritos a tantos y tantos vocalistas a pulir su tecnica. Sonido perfecto, sobria escenografia y profesionalidad sobre el escenario, unidos a canciones miticas. Es lo que hoy ofrece Deep Purple. Y en un mundo en el que muchas bandas buscan reinventarse a si mismos no es poco. Ellos fueron unos de los pioneros y alli siguen. Y que sea por muchos años.

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