DRIVE-BY TRUCKERS

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Sonido imperdonable para una banda insuperable

Nadie duda, o no deberia dudar, de que Drive-by truckers es una de las bandas vivas mas personales en lo que a musica rock se refiere no voy a entrar a encasillarles con estupidos adjetivos como americana, folk-rock, o cualquier tonteria, por que seria hacerlos mas pequenos. Objetivamente, no tienen un disco malo. Si, los hay que son obras maestras, y los hay algo mas flojos, pero como si de una pelicula de Clint Eastwood se tratase, siempre hay algo en cada uno de sus trabajos que llega a lo mas profundo del oyente, algo que toca la fibra de verdad. Llegan al hueso, y eso, amigos, solo los elegidos saben hacerlo. No vamos a ponernos a llorar ahora pero, estas cosas, creo, deben ser dichas. Ayer, el sonido de la sala Heineken no hizo, para nada, justicia a una de las mejores bandas que una ciudad puede tener la oportunidad de disfrutar. Es una pena, sinceramente, por que no sale bien parado nadie, ni la sala, ni por supuesto la banda. Suerte que tuvo la audiencia que, a pesar de este problema, disfruto de un autentico y enorme catalogo de buen gusto. Y es que, cuando hablamos de Drive-by Truckers, no se si se han dado cuenta, son palabras mayores. El binomio Mike Cooley-Patterson Hood es el binomio sonado por cualquier banda americana que se precie. Es como si Hank Williams y Neil Young se hubiesen conocido en su juventud y hubiesen decidido formar una banda de rock. Puede sonar exagerado, pero sabeis a lo que me refiero. Raices musicales americanas que sirven para poner de relieve alegrias y miserias tipicamente americanas. La banda se encuentra en un momento de forma increible despues de las dudas que para la audiencia supuso la marcha de Jason Isbell y lo demuestran con una capacidad creadora fuera de norma, pues si este año traian debajo del brazo The big to do, ya nos espera para febrero The go-go boots, del que tocaron un adelanto mas que prometedor, Used to be a cop. Marry me dio el pistoletazo de salida a una conquista, mejor dicho, una reconquista, pues los de Georgia son de esas bandas que una vez las escuchas, sabes que siempre iran contigo. This fucking job, Get downtown, Its gonna be I told you so o las maravillosas Birthday boy y Drag the lake Charlie, todas ellas procedentes de su ultimo trabajo, iban aderezando un maravilloso mano a mano Cooley-Hood que, entre alcoholes y sudores, iban disfrutando cada vez mas del concierto. Y realmente se noto, ya que la cadencia fue ascendente, destacando sobre todo una ultima media hora inolvidable con clasicos como. Where the devil dont stay, Lookout mountain o Let there be rock . Casi dos horas de rock, de humildad, de reconocimiento, de respeto, de sentimiento, de buen gustoY es que cuando el ser humano hace canciones que hablan de verdad sobre el ser humano, al ser humano le gusta.

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